La Colina del León es un pequeño montículo artificial cerca a Bruselas, construida por orden del Rey Guillermo I en 1820. Desde allí se puede ver todo el campo de Waterloo, en el que se escenificó la famosa batalla bautizada con el mismo nombre. En la cima hay una estatua de hierro fundido, de un león parado sobre un pedestal, con su pata derecha sobre una esfera. Es llamado “el monumento a los holandeses” y anuncia el sosiego que conquistó Europa en las llanuras de Waterloo tras la derrota de Napoleón ante las tropas aliadas. La primera etapa del Tour pasó por Waterloo y 20 kilómetros después llegó frente al palacio real. El primero en la meta fue justamente un holandés. Mike Teunissen ganó en una accidentada llegada y volvió a vestir para su país una camiseta amarilla de líder después de 30 años.
La etapa que abrió la edición 106 era plana, pero tenía dos premios de montaña en los primeros 50 kilómetros. La carrera pasó por los muros de Grammont y Bosberg, habituales cruces en las clásicas belgas. En esas dos subidas, adoquinadas y estrechas, el experimentado Greg Van Avermaet mostró su potencia y se aseguró el primer liderato de la montaña. Pasó por ambos puertos acompañado del campeón nacional de Eritrea Natnael Berhane, el danés Mads Wurtz y su compatriota belga Xandro Meurisse. Después, los dejó a ellos en la fuga y volvió al grupo con su objetivo cumplido.
Hoy eran 194,5 kilómetros por los alrededores de la capital europea de la cultura. El grupo principal siempre tuvo el control. Al trío de la fuga lo cazaron en el kilómetro 124. En el 125 estaba el esprint intermedio. Este año, estos pasos no tienen bonificación, pero entregan 20 puntos al ganador, un gran botín para quienes lucharán por la camiseta verde. Peter Sagan pasó primero y empezó a sumar. Ha ganado 6 veces esta clasificación. Quiere dejar un registro histórico. De allí en adelante, Stephane Rossetto lo intentó el solitario y el grupo pasó algunos sustos en dos pequeños tramos de pavé. Primero, hubo un corte en el que sufrió un rato Dan Martin, y luego, se presentó una caída en la que quedó aporreado Jacob Fulgsan. Ambos salvaron el día. Al paso por Waterloo, todos pensaban en la llegada masiva y preparaban sus trenes de lanzamiento para cerrar la jornada cumpliendo el libreto previsto: una batalla de los especialistas del esprint.
El león de hierro forjado que gobierna la colina cerca a Waterloo fue esculpido imitando a los leones Medici del siglo XVI. Es la misma bestia heráldica que aparece en el escudo real de los Países Bajos. Simboliza el valor. La esfera que pisa significa la victoria global. Dice la leyenda que el hierro con el que se hizo la imagen fue el producto de la fundición de los cañones que los franceses habían dejado en el campo de batalla cuando Napoleón ordenó la retirada. Guillermo I mandó a hacer la imagen para rendirle homenaje al príncipe de Orange, que fue herido en su hombro con una bala de mosquete en la batalla en la que holandeses, alemanes, británicos y prusianos le pusieron fin al imperio napoleónico.
En la llegada masiva se metieron italianos, australianos, holandeses, belgas y el eslovaco Peter Sagan. A 1.500 metros de la meta, el holandés Groenewegen se enredó con otros ciclistas y se fue al piso. Su compatriota y compañero de equipo en el Jumbo Visma, Mike Teunissen, cambió su rol de lanzador por el de remator y viniendo de atrás, en la propia línea de meta, le arrebató por fotofinish a Sagan la victoria de etapa. Sorprendió a los especialistas, consiguió su primera victoria en una grande y se enfundó la centenaria camiseta amarilla, la misma que tendrá que defender mañana con la ayuda de su equipo en los 27,6 kilómetros de ejericio ante el cronómetro.
Hoy en Bruselas no terminó ningún imperio. Solo se vivió la primera batalla. La guerra por el título apenas comienza. ¿Será que la carrera nos lleva a la conformación de un bloque aliado contra el imperio del hoy Ineos, antes Sky?