martes, 27 de mayo de 2014

Verdades relativas

Ahora todos somos "cholistas". En el fútbol lo que hay que hacer es "meter cojones" y aguantar los resultados. Ya la fórmula es tener equipos con menos figuras y más obreros. Esa es la verdad de hoy; el problema es que muchos, particularmente los resultadistas, la asuman como una verdad definitiva y no vean su relativismo.

Cuando Osorio ganó con la rotación, esa era la fórmula. Cuando Maturana ganó con el criollismo, esa era la solución. Cuando el profesor Montoya ganó con táctica defensiva, teníamos que apostarle a esa. Cuando Guardiola ganó teniendo la pelota, esa era la gran verdad.

En el fútbol todas las propuestas han ganado y todas han perdido. No hay planteamientos absolutos; todo es relativo y el éxito no depende solo de la propuesta, pues hay variables que inciden como el estado de ánimo del grupo, la motivación, las circunstancias de los torneos, los "secretos del camerino", el nivel deportivo de los rivales y muchas más.

Lo de Simeone es impresionante, no lo dudo. Me alegré como muchos por su título. Lo admiré como jugador por su laboriosidad y me gusta como técnico porque administra muy bien los pocos recursos que tiene, si se les mide en relación con los que tienen sus principales rivales. Eso sí, la expresión futbolística de su equipo no me gusta y no comparto ese estilo. Obviamente, que no me guste no quiere decir que no le vea virtudes. Su equipo ganó luchando, metiendo, defendiéndose bien, contraatacando y definiendo en los momentos oportunos. 

En el fútbol las verdades son de un día. A Guardiola lo llevaron al Bayer como el mejor del mundo, le imprimió rápidamente su estilo al equipo alemán, lo hizo campeón holgado en ese país, pero no pudo con el reto internacional y se apeó de la Champions. Muchos le cayeron a su propuesta, sencillamente porque no ganó. A Messi, que le ha dado todos los títulos al Barcelona,  lo terminaron silbando en su propia casa. La misma historia la hemos vivido en casa, con Maturana y Gómez en la Selección, o esta semana con Juan Carlos Osorio en la Copa Libertadores.

Simeone ganó con poco y eso le da un mérito especial. La victoria del que sobre el papel es “el débil” siempre despierta solidaridad. El Atlético es hoy el equipo de casi todos. Lo curioso es que en una semana, los hinchas del Madrid que  lo apoyaron e hicieron fuerza por su victoria le silbarán y le insultarán en la final de la Champios. Así es el fútbol, de verdades relativas y de momentos.


Por lo pronto, que siga la admiración del mundo; a la que me sumo. Eso sí, sin caer en los excesos de adjetivos y en los extremos de exaltación como para decir que ya tiene la clave para el fútbol mundial. Nada raro que después del mundial, muchos países, fácilmente el nuestro, lo pidan a gritos para la Selección.

martes, 20 de mayo de 2014

Verdades relativas

Ahora todos somos "cholistas". En el fútbol lo que hay que hacer es "meter cojones" y aguantar los resultados. Ya la fórmula es tener equipos con menos figuras y más obreros. Esa es la verdad de hoy; el problema es que muchos, particularmente los resultadistas, la asuman como una verdad definitiva y no vean su relativismo.

Cuando Osorio ganó con la rotación, esa era la fórmula. Cuando Maturana ganó con el criollismo, esa era la solución. Cuando el profesor Montoya ganó con táctica defensiva, teníamos que apostarle a esa. Cuando Guardiola ganó teniendo la pelota, esa era la gran verdad.

En el fútbol todas las propuestas han ganado y todas han perdido. No hay planteamientos absolutos; todo es relativo y el éxito no depende solo de la propuesta, pues hay variables que inciden como el estado de ánimo del grupo, la motivación, las circunstancias de los torneos, los "secretos del camerino", el nivel deportivo de los rivales y muchas más.

Lo de Simeone es impresionante, no lo dudo. Me alegré como muchos por su título. Lo admiré como jugador por su laboriosidad y me gusta como técnico porque administra muy bien los pocos recursos que tiene, si se les mide en relación con los que tienen sus principales rivales. Eso sí, la expresión futbolística de su equipo no me gusta y no comparto ese estilo. Obviamente, que no me guste no quiere decir que no le vea virtudes. Su equipo ganó luchando, metiendo, defendiéndose bien, contraatacando y definiendo en los momentos oportunos. 

En el fútbol las verdades son de un día. A Guardiola lo llevaron al Bayer como el mejor del mundo, le imprimió rápidamente su estilo al equipo alemán, lo hizo campeón holgado en ese país, pero no pudo con el reto internacional y se apeó de la Champions. Muchos le cayeron a su propuesta, sencillamente porque no ganó. A Messi, que le ha dado todos los títulos al Barcelona,  lo terminaron silbando en su propia casa. La misma historia la hemos vivido en casa, con Maturana y Gómez en la Selección, o esta semana con Juan Carlos Osorio en la Copa Libertadores.

Simeone ganó con poco y eso le da un mérito especial. La victoria del que sobre el papel es “el débil” siempre despierta solidaridad. El Atlético es hoy el equipo de casi todos. Lo curioso es que en una semana, los hinchas del Madrid que  lo apoyaron e hicieron fuerza por su victoria le silbarán y le insultarán en la final de la Champios. Así es el fútbol, de verdades relativas y de momentos.


Por lo pronto, que siga la admiración del mundo; a la que me sumo. Eso sí, sin caer en los excesos de adjetivos y en los extremos de exaltación como para decir que ya tiene la clave para el fútbol mundial. Nada raro que después del mundial, muchos países, fácilmente el nuestro, lo pidan a gritos para la Selección.

lunes, 19 de mayo de 2014

Sancionar a los malos; no generalizar un castigo


Todos tenemos algo de negros, de asiáticos, de indios, de judíos y hasta de esquimales. Así algunos se crean de mejor sangre, somos una generación mestiza, una mezcla variada. Sin embargo, la discriminación racial volvió a ser noticia esta semana y justo en el deporte, que por filosofía es la actividad humana que elimina las diferencias de todo tipo. Lástima que en 200.000 años no hayamos aprendido como especie a superar ese mal; y más triste aún es que el deporte moderno sea la actividad donde con mayor frecuencia se exprese.

En Estados Unidos, el multimillonario Donald Sterling recibió esta semana la sanción más drástica en la historia del baloncesto profesional de ese país. Al dueño de Los Clippers lo vetaron de por vida para participar en actividades de la NBA por hacer unos comentarios de tinte racista en una conversación privada con una amiga. Al otro lado del Atlántico, en el fútbol, el Villarreal decidió quitarle el carné de socio y prohibirle de por vida el ingreso al estadio El Madrigal al hincha que como acto discriminatorio le lanzó un banano al brasileño Dani Alves, del Barcelona, en un partido de Liga. 

¿Solucionan ambas sanciones el problema social? Claro que no. Eso sí, sientan precedentes que deben servir de ejemplo para la erradicación de este mal, al menos de los espacios deportivos. Lo grave sería permitir estas manifestaciones, pasar “de agache” cuando se presentan o aplicar sanciones blandas o ilógicas, como ocurre en muchos casos, en el fútbol nuestro por ejemplo. Las acciones y las expresiones racistas son actos humanos, y como tal, deben ser sancionados ejemplarmente quienes las cometen, se deben identificar e individualizar; y no hacer la fácil que es generalizar el problema y aplicar sanciones institucionales.

Es claro que el deporte es una actividad espejo para la sociedad en la que se practica, pero debe rechazar tajantemente y evitar a toda costa la filtración de los males de ésta. La violencia, la discriminación, el racismo o xenofobia, no pueden seguir siendo el ingrediente semanal de nuestro deporte. Debe ser una causa de todos y no un asunto meramente legal. En el caso de la NBA, los jugadores amenazaron con hacer un boicot si no había una sanción suficientemente dura contra Sterling, y los patrocinadores expresaron que retirarían su apoyo a los Clippers hasta que Sterling no dejase el puesto.

Es tan común el racismo en el mundo que pareciera ser propio de la condición humana; es una obligación como especie no permitir estas actitudes que lo único que demuestran es que involucionamos. A grandes males, grandes remedios; y grandes sanciones también; pero a los individuos que cometen los actos. Me asusta pensar que si los hechos de esta semana se hubieran presentado en Colombia, nuestros directivos le hubieran quitado los puntos a los Clippers, hubieran prohibido a los hinchas vestir la camiseta del club en un partido, hubieran cerrado el estadio del Villarreal por una fecha o hubieran propuesto la marcha del banano.