Ahora todos somos "cholistas". En el
fútbol lo que hay que hacer es "meter cojones" y aguantar los
resultados. Ya la fórmula es tener equipos con menos figuras y más obreros. Esa
es la verdad de hoy; el problema es que muchos, particularmente los
resultadistas, la asuman como una verdad definitiva y no vean su relativismo.
Cuando Osorio ganó con la rotación, esa era la fórmula. Cuando Maturana
ganó con el criollismo, esa era la solución. Cuando el profesor Montoya ganó
con táctica defensiva, teníamos que apostarle a esa. Cuando Guardiola ganó
teniendo la pelota, esa era la gran verdad.
En el fútbol todas las propuestas han ganado y todas han perdido. No hay
planteamientos absolutos; todo es relativo y el éxito no depende solo de la
propuesta, pues hay variables que inciden como el estado de ánimo del grupo, la
motivación, las circunstancias de los torneos, los "secretos del
camerino", el nivel deportivo de los rivales y muchas más.
Lo de Simeone es impresionante, no lo dudo. Me alegré como muchos por su
título. Lo admiré como jugador por su laboriosidad y me gusta como técnico
porque administra muy bien los pocos recursos que tiene, si se les mide en
relación con los que tienen sus principales rivales. Eso sí, la expresión
futbolística de su equipo no me gusta y no comparto ese estilo. Obviamente, que
no me guste no quiere decir que no le vea virtudes. Su equipo ganó luchando,
metiendo, defendiéndose bien, contraatacando y definiendo en los momentos
oportunos.
En el fútbol las verdades son de un día. A Guardiola lo llevaron al
Bayer como el mejor del mundo, le imprimió rápidamente su estilo al equipo
alemán, lo hizo campeón holgado en ese país, pero no pudo con el reto
internacional y se apeó de la Champions. Muchos le cayeron a su propuesta,
sencillamente porque no ganó. A Messi, que le ha dado todos los títulos al
Barcelona, lo terminaron silbando en su
propia casa. La misma historia la hemos vivido en casa, con Maturana y Gómez en
la Selección, o esta semana con Juan Carlos Osorio en la Copa Libertadores.
Simeone ganó con poco y eso le da un mérito especial. La victoria del
que sobre el papel es “el débil” siempre despierta solidaridad. El Atlético es
hoy el equipo de casi todos. Lo curioso es que en una semana, los hinchas del
Madrid que lo apoyaron e hicieron fuerza
por su victoria le silbarán y le insultarán en la final de la Champios. Así es
el fútbol, de verdades relativas y de momentos.
Por lo pronto, que siga la admiración del mundo; a la que me sumo. Eso
sí, sin caer en los excesos de adjetivos y en los extremos de exaltación como
para decir que ya tiene la clave para el fútbol mundial. Nada raro que después
del mundial, muchos países, fácilmente el nuestro, lo pidan a gritos para la
Selección.