martes, 16 de junio de 2015

La frustración debe ser temporal, no absoluta

El fútbol, como la vida misma, es un juego de incertidumbres. Nada es seguro. Aunque es más simple lo de fútbol, que de reduce a tres posibles resultados y a una forma de vivir, o bueno, de jugar. Más allá de lo que significa el deporte, la vida es mucho más compleja, y a veces, cuando ingenuamente creemos que se reduce solo a la pelota, sufrimos demasiado sin necesidad, creo. Eso nos pasa con la Selección. Perdió con Venezuela y el drama fue total.


Tal vez sea esa forma tan colombiana de asumir la frustración como algo absoluto, sin matices, lo que no nos permite ver más allá del resultado. Tal vez sea esa sociedad culpógena que somos la que no nos da para buscar explicaciones racionales a la derrota.

Colombia perdió porque le faltó ritmo, porque no tuvo definición, porque su circuito de generación de fútbol no se conectó, porque cayó en el juego de choque que propuso Venezuela al principio, porque le faltó liderazgo, porque hay jugadores sin ritmo de competencia, por muchas otras cosas, y sobre todo porque Venezuela fue muy superior. Muy superior. Ellos también trabajan, ellos también juegan.

Ojalá ya haya pasado el guayabo. Ojalá ya no sigamos buscando culpables. No podemos quedarnos ahí. Como en la vida, hay que levantarse y seguir. Hay que decir: lección aprendida. Se perdió uno. Ahora quedan dos. Toca levantarse ante Brasil, y si no se puede, pues toca pensar en una buena eliminatoria. La frustración siempre es temporal.

Creo que Es el frío de Santiago, o la lejanía del hogar lo que lo pone a uno reflexivo, filosófico y hasta trascendental. Aún perdiendo con Venezuela, la vida sigue. Como dijo alguna vez el profesor Maturana: hoy los pajaritos vuelven a cantar.

miércoles, 10 de junio de 2015

Las damas del rugby hicieron historia

Ganarle a Argentina en Argentina, quedar campeón suramericano en condición de invicto y conseguir el único cupo que entregaba el torneo a los Juegos Olímpicos de Río es un logro enorme para el rugby femenino colombiano. Cualquiera de las tres cosas sería suficiente para calificar el hecho de hazaña. Las tres al mismo tiempo aguantan un calificativo adicional: histórico. Tal vez mucho no lo dimensiones, pero es de ese tamaño.

En los últimos cinco años, el rugby es tal vez de los deportes de mayor crecimiento en el país en número de practicantes. Es correcto decir que el desarrollo de este deporte en Colombia les dio muchos años de ventaja a los demás países del continente. Basta recordar que en la modalidad tradicional Argentina ha sido campeón mundial y Uruguay ha sido protagonista. En la modalidad de seven, que fue la incluida en el programa olímpico de Río, los nuestros, damas y varones, no pasaban del sexto lugar en los torneos continentales.

Hoy, cuando Las Tucanes regresan al país con el gran botín, hay que recordar que en deportes de conjunto, en toda la historia olímpica, Colombia solo había conseguido clasificar en fútbol masculino, con todos los recursos y apoyos del caso. Para el 2016, ya las chicas del fútbol, a las que todavía se les mira de reojo en el balompié por parte de patrocinadores, dirigentes, periodistas y aficionados, habían asegurado su casilla. El mismo logro lo consiguieron las niñas del rugby, con circunstancias muy especiales: un deporte sin mucha historia en nuestro medio, sin mucho presupuesto, sin liga profesional ni torneo regular y enfrentado a diario a la mirada machista de una sociedad sin cultura deportiva que todavía no se reconoce en otras prácticas diferentes al fútbol. Eso sí, con unos directivos, unos técnicos y unas deportistas soñadores y ambiciosos.


A la fecha, son 44 colombianos los que tienen cupo ganado a los Olímpicos de Río. La mayoría femenina es muy notoria. El fútbol y el rugby como deportes de conjunto en damas, y el ciclomontañismo  y el atletismo como disciplinas individuales, este último con deportistas en maratón, marcha, velocidad y salto largo,  ya aseguraron representación.  Faltan 424 días para los juegos  y Colombia ya casi tiene en número, la mitad de la delegación que fue a Londres.   Seguimos en bonanza, en subienda, en cosecha deportiva. Ojalá no la dejemos pasar y lo que hacen heroínas como las chicas del rugby sirva para pensar un mejor país deportivo en el futuro cercano.