LA INVITACIONAL FIESTA DEL BALONCESTO CRIOLLO
Por Jhon Jaime Osorio Osorio
Sin la bulla mediática del fútbol, pero tal vez con muchas más emociones y en algunos casos con un espectáculo superior, comenzó este fin de semana la fiesta criolla del baloncesto. Siete equipos de igual número de ciudades iniciaron competencias en el Invitacional de Baloncesto; un torneo que cada año es hecho con las uñas, pero que nos alegra deportivamente el segundo semestre del año a quienes, como yo, disfrutamos estética y competitivamente de varias disciplinas.
Son varias las razones para ponderar este torneo, peo hay una geográfica que tal vez pasa desapercibida para muchos: de todos los deportes profesionales, o semi profesionales como en este caso, que hacen certámenes de carácter nacional, es el único que tiene la participación de San Andrés y Providencia. Integra al archipiélago a su actividad, y aunque suene a lugar común, eso es hacer patria; como lo hace la Vuelta a Colombia con su recorrido, o como lo hace el Torneo Postobón de fútbol integrando a ciudades intermedias. Es algo elemental pero que muchas instancias y muchas actividades, olvidan fácilmente.
El baloncesto tiene su encanto como deporte de drama, de incertidumbre hasta el final; es dinámico como pocos y su variedad en acciones es ilimitada. Lastimosamente la falta de apoyo económico, los errores administrativos, la falta de visión de quienes lo manejan y la escasa cultura deportiva que se tiene en el país, no han permitido que en Colombia se consolide un proyecto serio para profesionalizar esta disciplina.
Por lo pronto, disfrutamos de lo que hay. La Copa Invitacional es buena, es interesante, nos da una opción de diversión, nos muestra el talento nacional en este deporte, nos entretiene, nos pone a vibrar con partidos como el del viernes cuando el Orgullo Paisa superó a Cúcuta Norte en extra tiempo y nos hace cambiar el canal en búsqueda de los esfuerzos que hace la televisión regional para transmitir algunos partidos.
Ojalá este torneo crezca y se consolide; al país le serviría. Pero que no le pase al baloncesto lo que le pasó al fútbol de la B: que los canales regionales lo posicionaron y lo acompañaron durante años, hasta que sus miopes directivos decidieron acaparar los derechos de televisión para que nadie volviera a ocuparse de él.