El
man es Péker-man
Por Jhon Jaime Osorio
Publicado el martes 26 de marzo de 2013 en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo
Hace
16 años no estábamos tan cerca de un mundial de mayores en fútbol. Hace casi
dos decenios no veíamos una Selección Colombia jugando bien, con jerarquía y
con identidad. Nos demoramos todo este tiempo para ver crecer una nueva
generación de futbolistas ambiciosos, técnicamente bien dotados y mentalmente ubicados. Luego de muchos
errores, volvimos a acertar. Es cierto que no hemos clasificado y que el
objetivo no se ha cumplido todavía; pero el fútbol de esta Selección nos da
motivos para querer verla jugar, para ponernos la camiseta y para respirar
optimismo. El profesor Pékerman hizo posible que en Colombia volviéramos a
hablar en plural, y que todos nos sintamos representados por el equipo nacional.
“Ganamos, goleamos y gustamos”.
Mientras
muchos resultadistas hacen cuentas de los pocos puntos que faltan; los que
defendemos el orden, los procesos, el estilo y la identidad hacemos fiesta
porque todo eso volvió a aparecer. Clasifiquemos o no, volvió la esencia. Ahí
estuvo el secreto del profesor Pékerman y ahí debe estar ahora el foco del
debate y de la conversación nacional.
Durante
años, nos quedamos en lo menos importante: si debía ser un técnico de la rosca
paisa, de la bogotana o de la vallecaucana; si cobraba mucho o si resultaba
barato: si le gustaba al presidente Santos o al patrocinador; si tenía buena
prensa o no lo querían; si servía el 4-2 o el 4-3; si debía ser titular uno u
otro jugador. Nos enfrascamos casi 20 años en peleas insulsas de carácter regional, económico o incluso relacional. Nos
quedamos en la superficie, y el fondo del asunto era otro, lo esencial.
Sea
como haya sido, y soy de los que creen que la decisión tuvo mucho de fortuita, con
la llegada de Pékerman se dio en el
blanco. Porque supo exigirle a los directivos, porque se hizo respetar, porque
aguantó la crítica sin dramatismos, porque
entendió qué es lo que siente el colombiano con el fútbol, tanto en la
cancha como en la gradería, y porque le apostó a recuperar la esencia: jugar
bien.
Ya
el técnico hizo la tarea difícil. Ahora nos toca a todos apelar a la memoria
para no repetir errores como pueblo: creernos campeones del mundo, subestimar a
los rivales, celebrar excesivamente, quedarnos discutiendo lo elemental o pecar
de ingratos con quienes ahora nos dan alegrías inmensas. Todo esto ya lo
hicimos en otro momento de la historia, ¿para qué repetirlo?