Un
cafetero de verdad
Por Jhon Jaime Osorio
Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el lunes 4 de marzo de 2013
Julián Arredondo tiene
alma de cafetero. Es pequeño de estatura,
como la mayoría de los recolectores de nuestro país, y perseverante ante
cualquier obstáculo, como todos ellos. Vive orgulloso de origen, como buen hijo de campesino. Nació en
Ciudad Bolívar, Antioquia, un municipio que exporta café y ciclistas de
calidad. Su primera gran cosecha la acaba de recoger en Langkawi, Malasia, tal
vez la tierra más lejana a Colombia donde haya ganado un ciclista colombiano.
A casi 200.000
kilómetros de su tierra, celebró su victoria lejos de sus paisanos, que a la
misma hora paralizaban el país reclamando con dignidad algo mucho más
importante que un subsidio económico o que una miradita del Estado: respeto.
Con esa misma
dignidad de cafetero, Julián ganaba en Malasia y les recordaba a sus
compatriotas que el deporte que él practica, a punta de sacrificios
silenciosos, merece tanto respeto como sus hermanos productores de café. El
ciclismo, nos recordó Arredondo, merece respeto en las vías por parte de
algunos conductores irresponsables, respeto en los medios por parte de algunos
periodistas que solo hablan de él cuando hay escándalos; y respeto en la gente,
que alimentada del morbo, se aligeran a decir que en ese deporte todos hacen
trampa.
Arredondo recogió
aplausos en nombre de Colombia, corriendo por el Team Nippo. Reeditó las
hazañas de “El Flaco” Hernán Darío Muñoz en el 2002, Freddy González en el 2004
y José Serpa en 2010 y 2012. El
ciclismo, como el café, son nuestras principales banderas ante el mundo; nos
dan buena imagen y nos muestran positivamente. Claro, también tienen en común
la falta de apoyo y el abandono en que por épocas los dejan.
A Julián Andrés
Arredondo lo conocen en el ciclismo como “Perico”, mide 1,65, tiene 24 años de
edad, aprendió a montar en bicicleta en la carretera de La Mansa en la Vía al
Carmen de Atrato, se hizo ciclista en la escuela del Club Orgullo Paisa, vive
hace 3 años en Italia y ya tenía en su historial una etapa en el Tour de Japón
y la camiseta amarilla de esta prueba en el 2012. Está en proceso, pero ya le mostró al mundo
que tiene madera; madera de café, que es resistente y ofrece un veteado y un
color muy atractivos.
Mientras Arredondo
asombraba a los malayos con su aroma de escalador, sus compatriotas cafeteros,
luchadores de la vida como él, que deberían estar celebrando su victoria,
tuvieron que ocuparse de las vías de hecho para que el mundo entero entienda el
drama que viven los campesinos honrados y trabajadores del país. Un país que olvida a sus cafeteros de la
misma forma que lo hace con sus ciclistas.
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