Los goleadores tienen
una relación íntima con la red. Hablan con ella. Entienden su idioma. Entablan
conversaciones permanentes, aunque, como en todo idilio, dejen de hablarse por
algún tiempo. Se trata de separaciones temporales y nunca de divorcios
definitivos. Cuando llega el momento de la reconciliación, la fiesta no es solo
de ellos; sino de todos los que a su alrededor hacemos fuerza por el
reencuentro. Pasó este fin de semana con el regreso del Tigre. Todos
esperábamos que volviera, pero en el fondo lo que más esperábamos era verlo de
nuevo celebrando un gol.
Volvió, corrió y
rugió. Jugó 19 minutos el sábado y 57 ayer, tiempo suficiente para volver a
mandarla al fondo de la red. Demostró que el olfato de gol es una bendición que
muy pocos tienen y que la seriedad con la que afrontó su recuperación fue
total. Una demostración más del profesionalismo
que tiene.
Decir que no
estuvimos atentos a cómo se comportaba su rodilla sería mentir. En eso hay algo
de morbo, claro; pero es inevitable. Cada que tomaba el balón, cuando le cometieron faltas, cuando
picaba esperando a que le enviaran la pelota y cuando chocaba con los dos
centrales del Arsenal, esperamos para ver sus gestos, para saber si la articulación
se comportaba bien. Los 193 días por fuera de las canchas generaron una
expectativa alta por su regreso y una alegría inmensa porque volvió a marcar. Se
vio seguro, fuerte, rápido, como siempre.
Más allá de las
suposiciones disfrazadas de análisis sobre qué hubiera sido de Colombia con
Falcao en el Mundial, que se vuelven lamentos sin sentido, es importante que
quienes lo tienen como su ídolo, que son muchísimo colombianos, aprovechen su
regreso como ejemplo de superación, disciplina, paciencia, resignación, fe y
superación de la adversidad. Ahí está el verdadero valor del regreso del Tigre.
Seguramente para
Falcao vienen grandes cosas. Con el Mónaco o con el Madrid, y con la Selección
nacional. Ha vuelto uno de los mejores delanteros del mundo y por eso estamos
de celebración. Pero no solo Falcao volvió después de un receso largo por
lesión. Jackson marcó con el Porto, justo en su primer juego de preparación
después de vacaciones, y También lo hizo Adrián Ramos estrenándose con su nueva
camiseta del Burussia en el fútbol alemán. Claro, son apenas juegos de
pretemporada, pero se anuncia un semestre pródigo en anotaciones para los
goleadores colombianos. Nunca antes habíamos tenido tantos; y si los tuvimos,
nunca los habíamos tenido a todos al mismo tiempo en romance intenso con la
red.
Vale la pena recordar
que estos tres goleadores tiene algo en común: trabajan incansablemente y con
humildad para conseguir lo que quieren. Buen ejemplo para un país en el que
muchos quieren conseguirlo todo con el menos esfuerzo.
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