Terminaron los Centroamericanos. Cuba volvió después de ocho años y demostró que aunque su nivel no es el de antes, sigue siendo indiscutiblemente el mejor del área. Colombia fue tercera en el medallero y cumplió su objetivo. Hasta ayer en la tarde luchaba por el oro número 70 para redondear las cifras. A Seguramente vendrán los balances de todo tipo, muy válidos; pero mayor mérito tendrán los proyectos que se hagan de cara al futuro inmediato a partir de lo conseguido.
La primera conclusión evidente de los Juegos es que Venezuela no puede ser más nuestro referente, ni nuestro rival a vencer. Ya le ganamos en Bolivarianos, Suramericanos y Centroamericanos. Su crisis como país tocó el deporte; y es profunda. Ahora hay que pensar en pelearle a Brasil en Suramérica y a México en Centroamérica. Suena muy ambicioso, pero hacia allá debe apuntar el proyecto.
Lo segundo a pensar es que hay deportes en bonanza, deportes en caída libre y deportes en transición por el relevo generacional. El trabajo de los metodólogos, de las Federaciones, del Comité Olímpico y de Coldeportes está en evaluar bien cada caso. No para castigar a los que no cumplieron expectativas y premiar a los que dieron plusvalía, que es lo que siempre pasa; sino para afinar los procesos de cada deporte de cara a un mejor futuro. Debería ser así, pero en la cultura deportiva nuestra es casi un sueño pensarlo.
Lo último es repasar las circunstancias en las que se llegó a Veracruz. Es triste saber que los dineros para la preparación solo aparecieron al final, que algunos deportes solo tuvieron fogueos locales, que por asuntos de costos en Colombia se quedaron deportistas que pudieron lograr medallas y que la mayoría de los nuestros trabajaron en el anonimato. Aúna sí, se logró el presupuesto de medallas hecho pensando en condiciones óptimas. Los metales sacados de la mina centroamericana fueron demasiados para las condiciones en que se trabajó para la extracción.
Es claro que el deporte de alto rendimiento se hace con dinero y con ganas. Ambas cosas en cantidad. Los deportistas nuestros siempre ponen lo segundo. Lo primero es una inversión que le toca al Estado y a la empresa privada; y que se revierte en imagen, marca, reputación y títulos. Y claro, si se hace a tiempo, si se cumple lo prometido y se se hace con convicción, la ganancia es mayor. En Veracruz, fueron 75 medallas de plata; ahora se requiere plata para convertirlas en oro.
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