La pregunta se repite cada año por esta época y
las respuestas son tan numerosas y
diferentes como medios de comunicación o agremiación de periodistas deportivos
la hagan. Nunca no ponemos de acuerdo. Como en los reinados de belleza, en las
elecciones para cargos corporativos, en los realities o incluso en muchos
concursos de literatura, la elección del ganador siempre genera controversia. Al
final, el argumento de que tenemos una gran cantidad de deportistas de primer
nivel parece ser la excusa para entregar las estatuillas luego de que una discusión interna
o la participación popular a través de las redes sociales entregue el
veredicto. Nos gastamos casi un mes argumentando por qué uno y no el otro, o
discutiendo los criterios de la elección; cuando realmente lo que no está claro
es precisamente eso: el criterio.
Advierto de entrada que no tengo la fórmula o la
pauta ideal para escoger el deportistas del año; pero tras revisar algunas de
las propuestas de elección, sí creo que hay muchas, utilizadas en la
actualidad, que carecen de sentido. Es claro, por ejemplo, que si el criterio
es premiar al que más votos sume en redes sociales, sencillamente se estará
eligiendo al deportista más popular y no al mejor. Si en el premio hay
injerencia directa de un patrocinador, los intereses comerciales inclinarán la
balanza hacia los deportistas con los que ese patrocinador tiene relación
comercial. Y también es obvio que si los que eligen so periodistas deportivos
especialistas en un solo deporte, el desconocimiento de las demás disciplinas los
inclinará hacia un deportista de su campo del saber.
También es cierto que con el pasar de los años, se
han aplicado criterios sanos que permiten mayor ecuanimidad. Por ejemplo:
separar en categorías al deportista profesional del aficionado, a la joven
promesa del consagrado, darle un premio aparte al deportista paralímpico, o
incluso, premiar diferenciando el género, han sido prácticas que permiten una
mayor visualización y ponderación de los logros alanzados por nuestros héroes.
Lo cierto del caso es que en las diferentes
elecciones del deportista del año, lo que sí ha faltado es un criterio técnico.
Para entender mejor nuestro deporte, para darle su real dimensión, hay que
establecer, por ejemplo, las diferencias sutiles pero profundas que hay entre
lograr un título del mundo y ser medallista de oro en una Copa Mundo; entre ser
el deportista más destacado de un equipo en un mundial de un deporte de
conjunto y ser el campeón mundial en un deporte individual; entre ganar
mejorando una marca personal o hacerlo batiendo una marca mundial. Esos
criterios técnicos, que poco o nada se usan en las elecciones actuales, podrían
darlos un mejor discernimiento.
Elegir el deportista del año en Colombia debería
ser una oportunidad gigante para conocer mucho más a nuestros deportistas, para
aprender más de nuestros deportes emblemáticos, para comprender la estructura
del deporte, para entender más los elementos técnicos de las disciplinas en las
que somos potencia y para reconocerle el esfuerzo a quien realmente lo merece. Ah,
y para adquirir más criterio.
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