La sanción de la Conmebol al Boca Juniors no dio
ni rabia, no dio ni risa; solo dio desconsuelo. Los que pensamos el jueves
viendo lo que pasó en el partido que el fútbol había tocado fondo nos
equivocamos, faltaba que los directivos lo hundieran aún más con una decisión ridícula
y absurda.
Para anunciar la sanción, la Confederación Suramericana hizo una campaña exagerada de expectativa, promocionando sus redes y su página web; y la esperada resolución terminó ser un castigo blando, sutil, con énfasis en una multa que solo servirá para engrosar las cuentas bancarias de la entidad.
Queda claro que a los señores que manejan el fútbol en Suramérica solo les interesan dos cosas: el dinero y el show. Bueno, no solo a ellos. A muchos de nuestros mal llamados "dirigentes" del deporte les interesan únicamente esas dos cosas. Ejemplos sobran.
Hasta aquí no he dicho nada nuevo. Solo le he dado forma en texto a la desolación que sentimos con estos hechos quienes queremos entender el deporte como un fenómeno social que va más allá del negocio y de la competencia y vemos en él otras aristas más útiles para la sociedad. Después de esta semana, vamos perdiendo por goleada.
Lo del Boca-River del jueves y la farsa de la Conmebol tres días después nos mostró el deterioro, en la cancha y en el escritorio, que ha sufrido el fútbol en los últimos años. No hay valores, se perdió la equidad, no se puede hablar de justicia. El fútbol cada vez más queda reducido a la acción de ganar como sea, sin importar la forma, el precio que haya qué pagar; sin importar cómo ni a costa de qué, o de quién. Lo que pasó en el partido y la estúpida decisión posterior fueron hechos que validaron y dieron licencia para que sea así.
Tan bajo cayó el fútbol que la consigna es que
si tu equipo no puede ganar debes hacer lo que sea, sin importar qué, para que
el rival tampoco lo pueda hacer. Deprimente. Y mucho más, que quienes manejan
"el negocio" acoliten esta idea. Qué sinvergüenzas. Claro, si miramos
alrededor lo vamos a entender. Las suramericanas, somos sociedades del engaño,
de la prebenda, de la turba, sociedades lanza-gases, sin control y con unos
dirigentes estilo Conmebol.
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