lunes, 21 de marzo de 2016

Glosa 3 - La hora Gaviria para un nuevo velódromo

Fernando Gaviria no tiene límites. Este año ya ganó una etapa en el Tour de San Luis, donde sufrió una aparatosa caída; en el Tour de la Provence, donde se dio el lujo de dejar ganar otra etapa a uno de sus nuevos compañeros de equipo a manera de bautizo; en la Tirreno Adriático, donde le envió un mensaje claro a su equipo el Etixx diciéndole que está listo para los grandes retos y en el Omnium del mundial de pista, para demostrar que es el ciclista más completo del mundo en esta modalidad. Ah, y esta semana, de no ser porque uno de sus colegas lo desestabilizó a 100 metros de la meta, hubiera peleado el título de la Milán-San Remo, el primer gran monumento de la temporada. 

A sus 22 años de edad tiene sorprendido al mundo del pedal. Bonnen, Petacci y Cavendish se han referido a él calificándolo como el "gran clasicómano de los próximo años" y como "uno de los mejores sprinters del mundo". Lo es. Con "El misil" o "El expreso de Oriente", como ha sido bautizado por su velocidad y fortaleza en los embalajes, ha nacido una nueva raza en el ciclismo colombiano. A los escarabajos y a los grandes coequiperos se sumará con Gaviria por ahora, y ojalá sean muchos más, la estirpe de embaladores o sprinters que por fin aparece en nuestro laureado ciclismo. Gaviria lo ha ganado todo en la pista y gracias a esa formación, ganará muchísimo en la ruta. 

Lo que pocos de los sorprendidos en el mundo saben es que Gaviria, el gran fenómeno de los embalajes, entrena en un velódromo que hace rato cumplió su vida útil. Así de sencillo. Cuando Gaviria nació, el velódromo de Medellín ya era anticuado frente a los nuevos escenarios que se construían en el mundo. Por estos días fue sometido a reparación. Quedó bien maquillado; pero sigue siendo obsoleto. 

Y pensar que otro Gaviria , el político, exalcalde para más señas, jugó con la emocionalidad de los aficionados, periodistas y sobre todo, de los ciclistas con una promesa de velódromo que se quedó en eso.  La hora Gaviria, la del político, nunca llegó para el velódromo. La hora Gaviria, la del campeón del mundo, debe llegar, y ojalá sea pronto.  

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