domingo, 8 de junio de 2014

¿De quién son los triunfos de los ciclistas?



Cuando ganan Quintana, Urán o Arredondo ganamos todos, gana Colombia entera; sin privilegios y sin excepciones. Los triunfos de los deportistas nacionales no pertenecen a nadie en particular: ni a los políticos, ni a los periodistas, ni a los patrocinadores, ni a los dirigentes, ni a una región en especial, y aunque suene cruel, ni siquiera a las familias de los deportistas o a ellos mismos.

La identidad con el ídolo es un fuerte y poderoso factor inherente al deporte, al punto que ninguna otra actividad humana logra los niveles de identificación que éste consigue cuando los resultados son positivos, como ocurre ahora con los pedalistas nacionales.  Además, en nuestro caso son tan escasos los referentes que nos enorgullecen colectivamente que una victoria como la del Giro despierta un fervor patrio inigualable.

Puede que suene a argumento baladí, pero hay un elemental detalle del lenguaje en estas victorias que no puedo dejar pasar desapercibido. Hoy cualquier colombiano, lejos de gustarle  o no el ciclismo, de haber seguido en detalle la carrera o no, se refiere a los héroes del Giro con formas tan familiares como “Rigo” o “Nairo”, con posesivos como “nuestros ciclistas”, y con plurales como “ganamos”, “somos campeones”, que demuestran apropiación total del título conseguido por ellos.

Tener una identidad, afirma Victoria Camps, “ssignifica diferenciarse de la vulgaridad indiferenciada”. Ahí es donde cobra valor simbólico un triunfo o una derrota de un deportista. No ganó el ciclista, no ganó Quintana, “ganamos” todos, absolutamente todos. Ahí está la gracia  del deporte.

No es el momento de salir a cobrar. No le queda bien a nadie aprovecharse del fervor y de la alegría provocadas por la histórica victoria salir a reclamar el triunfo como propio. Así hubieran hecho algo importante y aportante para el 1 – 2 en el Giro, suena impertinente, disonante, fuera de foco y hasta fastidioso salir a decir que tienen parte importante. Ni siquiera los ciclistas, que finalmente fueron los que hicieron el esfuerzo,  lo expresaron así. Ellos, con su característica humildad, pluralizaron su victoria individual, se la dedicaron a todos los colombianos y la volvieron nacional.


En medio del caos político, de las dificultades sociales, de los problemas económicos, de la crisis de valores, de la inseguridad en las ciudades, de las envidias de algunos periodistas, de la guerra de marcas entre los patrocinadores, de los gustos particulares de cada población o región y de la terrible inequidad en el campo,  el único placer que disfrutamos en colectivo, en Colombia, es el que nos brinda el deporte. Somos un país que necesita del deporte para enriquecer su colectivo moral, para alegrar su vida y sobre todo, para ver la vida color rosa en medio de su dureza.

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