La próxima vez que me pregunten cuál es mi
pronóstico para un partido responderé con una frase que escuché cientos de
veces cuando apenas comenzaba en este oficio: “en el fútbol puede pasar
cualquier cosa”. Así de sencillo. Si insisten con el argumento aquel de que
“¿usted no es periodista deportivo pues?”, les agregaré parte de su pregunta a
la respuesta: “porque soy periodista deportivo es que sé que en el fútbol puede
pasar cualquier cosa”. Puede ganar el débil, puede equivocarse el árbitro,
puede jugar la suerte, puede cambiar la historia, puede apagarse el ídolo,
puede salirse de casillas el más profesional, puede intervenir la FIFA, pueden
sancionar de oficio, puede caer el favorito y aunque suene redundante, puede
pasar cualquier cosa.
Suena estúpido que algo tan propio del fútbol y del
deporte como la impredecibilidad no sea aceptado y siempre se le quiera ganar
en el periodismo con toda suerte de pronósticos. Los periodistas deportivos no
vemos el futuro; analizamos los hechos del presente y recapitulamos el pasado
para tenerlo en cuenta a la hora de tratar de mirar con frialdad una actividad
que el común de la gente ve con el corazón a mil y con la sangre caliente. Sn
embargo, el ego nos puede, y por querer parecer doctos, nos lanzamos de
adivinos, fundamentados en la lógica, que por todos es sabido, no impera en los
terrenos del deporte.
No argumentaré nada más a favor de la idea eje o
tesis. Más que un artículo de opinión, lo que hago hoy es anunciar por escrito la
postura que adoptaré desde hoy cuando quieran ver en mí el prestidigitador que
no soy. Hablaré del presente de cada equipo y de cada jugador, de las
circunstancias del juego, del ambiente para el partido, de estado del terreno,
de las tensiones que acompañan cada compromiso y de múltiples detalles más;
pero nunca más me aventuraré a anticipar un resultado.
Y como todo propósito hay que ponerlo en práctica,
empezaré preguntándome yo mismo, cómo creo que quedará el partido Brasil –
Colombia del próximo viernes. Sencillo: cualquier cosa puede pasar.
Brasil es el local, el pentacampeón, el Mundial fue
armado para hacerle cómodo el camino a la final, tiene a Neymar pero el grupo
escogido por el DT no fue el adecuado y eso sí, por muchas razones, no
propiamente futbolísticas, necesita el título. Colombia ha sido una de las
gratas sorpresas, tiene a sus jugadores en un gran nivel individual, está
“derechito” en este Mundial, el grupo humano está unido, su fútbol ha sido
efectivo, su técnico ha hecho una dirección impecable, el país está expectante
y la ilusión ha crecido. Colombia tiene el fútbol para soñar con una hazaña
superior; y lo ha demostrado. Brasil tiene la necesidad, pero no tiene el nivel
que se esperaba. Aun así, cualquier cosa puede pasar. Es fútbol. Y en el
deporte, las variables son numerosas.
Quiero que Colombia avance a la semifinal. No
quiero ser aguafiestas, ni me gustaría ser tildado de apátrida, o de hombre de
poca fe, pero… Brasil puede golearnos y dejarnos en el camino. Ojalá que no
pero al fin de cuentas, cualquier cosa puede pasar.
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