De amores y odios, así es Edwin Cardona. Se gana el corazón de los hinchas cuando es un genio con el balón en los pies; pero causa desazón con su temperamento y su comportamiento en la cancha. Su fragilidad como ser humano muchas veces opaca su capacidad técnica. Cuando se dedica a jugar es todo un crack, pero cuando cambia el talento por los excesos, pierde el control. Está joven y puede corregirse, pero corre el riesgo de perderse como muchos.
Que pase una vez, vaya y venga. Quién, eventualmente, no se ha "salido de la ropa" en una cancha, o fuera de ella? Que se vuelva tan frecuente es de lamentar. A Cardona se le está volviendo costumbre desperdiciar su talento por problemas actitudinales. Provoca y se deja provocar, se sale fácilmente de casillas y claro, se hace expulsar. La de esta semana en Copa Suramericana fue su sexta expulsión en un año con Atlético Nacional; la tercera en un partido de copa internacional.
Le falta cabeza, dicen las señoras.No tiene auto-control,explican los expertos. Es un irresponsable, califican algunos hinchas. Es una lotería, digo yo. Aporta talento en cantidades y es el mayor generador de fútbol ofensivo en el equipo verde; pero en cualquier momento descuadra al equipo, lo deja con un hombre menos y tira al traste la estrategia del colectivo. Ya se hizo expulsar ante Newell's y Defensor en la Libertadores, y ante General Díaz esta semana en la Suramericana. Tenerlo en la cancha es un riesgo algo; para el contrario por su fútbol, peor para Nacional por su impredecible comportamiento.
Que el club ha trabajado para ayudarle, es cierto. Que ha logrado muy poco, también. Que esos asuntos de personalidad, producto de la experiencia vivencial de cada quien son bastante complejos, no cabe duda. Lástima por el fútbol. Ojalá lo puedan a conductor.
Cardona está joven y todavía tiene tiempo para encontrar su punto de equilibrio. Está en un equipo en el que no pueden darle mucha espera y aunque puede enderezar su camino está a pocos pasos de engrosar la larga lista de grandes talentos desperdiciados por falta de control.
En el puesto de Cardona cómo no recordar a genios con la pelota como Jhon Mario Ramírez, el mismo Néider Morantes y el vallecaucano Arley Betancur. Brillantes con la pelota, díscolos en su accionar. Tenían todo para triunfar, pero no aprovecharon su gran talento.
Razón tenía Kundera al hablar de "la insoportable levedad del ser". Por sus decisiones, dentro y fuera de la cancha, Cardona se ve leve. Y por eso, su fútbol sigue en Colombia.