jueves, 27 de noviembre de 2014

¿No quisimos ganar los Centroamericanos?



Una idea me ronda en la cabeza, se  la expresé al presidente del Comité Olímpico Colombiano hace ya cuatro meses, la vea viable y no es descabellada: Colombia tiene con qué ganar los Juegos Centroamericanos.

Obvio, no estoy hablando de estos del 2014, a los que llevamos una delegación no muy numerosa, para los que no llegó a tiempo el dinero  de la preparación y en los que algunas Federaciones se durmieron para organizar equipos competitivos. Esta vez, y creo que en 2010 también, teníamos con qué, pero no quisimos.

Está bien que históricamente nunca hemos estado más arriba del tercer lugar, ni siquiera cuando Cuba no estuvo; pero también es cierto que el momento actual del deporte colombiano es superlativo. Está demostrado que Deportistas hay, Pero nos falta mucho a nivel estructural.

Lo diré en términos empresariales: la materia prima es suficiente, la competencia es fuerte pero accesible, pero los procesos de producción no están afinados. Tenemos todas las posibilidades de conquistar el mercado, pero nuestros dirigentes están confiados, y quieren hacer el gran negocio sin invertir lo suficiente.

Las medallas en Veracruz y las múltiples emociones acumuladas en la primera semana de Juegos no nos puede nublar las circunstancias en las que se dio la participación. Es increíble que los trámites burocráticos hayan impedido que los recursos para la preparación de nuestros deportistas no hayan llegado a tiempo; es lamentable que Federaciones, como las de béisbol por ejemplo, no hayan tramitado la presencia de una selección incluso teniendo la carta de invitación; y Est triste saber que en el país se quedaron cerca de 100 deportistas de alto nivel, descartados implemente por presupuesto.

El día que nuestros dirigentes políticos y la empresa privada entiendan que el deporte genera marca, imagen y reputación para el país, intangibles de altísimo valor en el mundo; o el día que al menos  entiendan que el deporte es un instrumento generador de paz; el día que le "paren bolas" a esta actividad alentadora, positiva y generadora de valores; el día que cumplan sus promesas emocionales y politiqueras;  vamos a ganar los Juegos Centroamericanos y hasta más... Por ahora, celebremos el tercer lugar en Veracruz, conformémonos; porque con muy poco hemos hecho demasiado.

¿Cuáles códigos del fútbol?


¿Existen los códigos del fútbol? Antes les decían “cánones”. ¿Realmente hay cosas que no se puede hacer en una cancha con un balón porque hay una especie de normas tácitas que lo prohíben? Yo no creo. Eso sí, respeto a quienes hablan de ellos, incluyendo a algunos jugadores del Cali que los invocaron para justificar su actitud agresiva al final del encuentro con el DIM. Todo, por una jugada genial del brasilero Elton Martins. Los respeto, pero los veo confundidos. Acaso ¿está prohibido parar el balón con la nuca, hacer un túnel, intentar un sobrero?, ¿es una ofensa hacer un lujo? ¡Nunca! Cuáles códigos secretos ni qué nada. Para Martins, solo aplausos y gratitud eterna por esa pintura.

Desde mi perspectiva, las únicas leyes válidas en el fútbol son las del reglamento de la FIFA; que buscan regular la competencia y proteger al deportista. Lo otro, los famosos códigos secretos, son inventos de periodistas y jugadores, que según entiendo, buscan proteger a los jugadores de la humillación pública por un colega que juega más que él. Nada lógico aceptar tales “leyes universales”, pues hacerlo sería querer limitarle la estética al juego y coartar la capacidad expresiva con la pelota de los privilegiados de este deporte.  

Qué triste que estemos tan desacostumbrados a ver genialidades en el fútbol profesional. Lamentable que ya nos contentemos con la cifra de un resultado y veamos mal que un jugador haga una pilatuna o regale un lujo frente a un rival. Con el cuento de esos famosos códigos le hemos  quitado brillo a un deporte que cada vez se vuelve más resultadista y pasional y poco a poco pierde su connotación de espectáculo y de arte. Si los tales códigos existieran, qué habría sido de Jhon Edison Castaño, Ronaldinho, Hernán Darío Herrera o Cesar Cueto, para mencionar solo algunos irreverentes que con la pelota nos deleitaron haciendo derroches de técnica depurada. Ellos no seguían ningún canon y para ellos no aplicaban códigos tácitos. Los genios de la pelota simplemente se divierten.

Si a un jugador le enoja que otro le haga un túnel, un ocho, un sombrero o cualquier otro lujo; sencillo, tiene dos opciones: que no juegue fútbol o que entrene duro para evitar que lo hagan. Mejor aún, que trabaje técnicamente para que algún día pueda robarse un cerrado aplauso en un estadio lleno por ser atrevido y diferente, como lo hizo Martins. Ese es el único código válido en el deporte: los aplausos se ganan.



lunes, 10 de noviembre de 2014

Y ahora el malo es Pékerman porque no “colabora”


Una cosa es la discusión pasional y otra la argumentación racional. Para lo segundo, se requiere mirar el fondo del asunto y no quedarse en la superficie del problema. En el caso polémico de esta semana, la convocatoria a Selección de jugadores de clubes que están definiendo la Copa Postobón o la Suramericana, la punta del iceberg es el perjuicio de los clubes; pero lo de fondo son las decisiones de los directivos locales y continentales en torno a la programación de los torneos. No me voy a quedar en la superficie, que en este caso es la convocatoria de Pékerman, voy a sumergirme en el fondo, es decir en las absurdas decisiones dirigenciales.

Vamos por partes. El calendario FIFA se conocían desde el año pasado; mucho antes de programar los calendarios locales. La Federación Internacional tenía previstas las fechas para partidos de selección y para el campeonato mundial. En la mayor parte del mundo, las Ligas locales y continentales adaptaron sus calendarios. En la Conmebol y en Colombia no. Basta recordar, por ejemplo, que en Colombia se jugó la final de la Liga cuando ya todas las selecciones estaban reunidas y trabajando para el Mundial. ¿Quién debe respetar esas fechas? Quien programa, es decir los dirigentes.

¿Quién define el sistema de juego?, ¿quiénes aprueban los calendarios?, los señores dirigentes. Muchas veces se ha dicho que la liga colombiana está mal planificada, mal diseñada y que está pensada solo desde lo económico. La Suramericana también. ¿Alguien piensa en lo deportivo?, ¿alguien trabaja en mejorar el espectáculo? Los señores directivos acaban de aprobar una Liga con 20 equipos para el 2015; con un número de partidos casi igual al del 2014; y saben que es año de Copa América, para la que habrá que dejar espacio en la programación. Tercos.

La fácil ahora es tomarla contra el profesor Pékerman, “porque no colaboró con los clubes”; pero la raíz del asunto es la patética administración de este fútbol nuestro, pensado solo desde el negocio. Un dato que preocupa, por ejemplo, es que un equipo que juegue la Copa y las dos ligas locales y aspire a disputar las finales  tiene que jugar 64 partidos en el año; que sumados a la participación internacional en torneos de clubes puede llevar a un equipo a casi 80 partidos. ¿Los dirigentes lo han pensado?, ¿lo han debatido?, no sé… acaban de programar un 2015 igual.


¡Ahora el malo es Pékerman que convocó a jugadores del fútbol local!, dicen muchos… que fue egoísta, que son amistosos, que pudo llamar a otros...  No señor. Él hizo su trabajo. Malos los directivos de Dimayor y Conmebol que programan partidos en fechas FIFA. Cuestionar al DT, que sigue su plan de trabajo, es fácil, es una posición basada en el dolor de los hinchas; pero el problema de fondo está en la mioipía dirigencial.  Pékerman trabaja desde una planeación. A los dirigentes nuestros, se les nota la improvisación. ¿A quién cuestionar?

sábado, 8 de noviembre de 2014

El criterio con el que se piensa el deporte


Exactamente dentro de un año estaremos en los Juegos Nacionales. Esta vez, la cita será  en los departamento de Tolima y Chocó. Todavía no hay ambiente. Bueno, tampoco hay  dinero ni planeación; pero hay un “compromiso” del gobierno de que los Juegos se harán. Seguramente, como muchas cosas del deporte en el país, con obras a medio terminar, con cambio de sede para algunos deportes, con la ausencia de varios departamentos y con incomodidades e improvisaciones, la vigésima versión  se llevará a cabo “como está prevista”.

Si se pensaran con criterio deportivo solamente, los Nacionales deberían ser antes que nada el primer escalón del ciclo que implica una olimpiada. Es decir, allí debería comenzar el proceso. En el formato anterior, se llevaban a cabo cuatro meses después de los Olímpicos; en el actual, un año antes. Si se pensaran filosóficamente, deberían ser el máximo encuentro del deporte nacional, donde se reivindicara a los deportistas y se les diera el máximo protagonismo. Si se pensaran…

En esta ocasión, el espacio entre la versión anterior y ésta será de tres años; no de cuatro, como era habitual. La decisión se tomó para que la participación en Juegos fuera responsabilidad de los gobiernos departamentales al cierre de su periodo, y no del primer año de los gobernantes que entraran. Fue una decisión con criterio político. Tal vez, sana, pero valdría la pena preguntarse si fue efectiva. Una mirada rápida a los diferentes procesos departamentales muestra que a un año de los Juegos hay dificultades, y muchas. Al parecer, la preocupación por participar en los Juegos de muchas delegaciones tendrá los mismos tiempos que la preocupación del gobierno nacional por las obras en las sedes: el último año. Para decirlo en términos deportivos: todo será a las carreras.

Hace rato los Juegos Nacionales son un juego de politiquería. La asignación de múltiples sedes, por ejemplo, no tiene en cuenta ningún criterio técnico. La última versión, con sedes en Norte, Córdoba y Cauca es una buena muestra de ello. Ni hablar de la del 2008 en San Andrés  y el Valle; y del turno ahora para Tolima y Chocó. Se asignan sedes para congraciarse con regiones a las que no se les ha prestado interés; les construyen escenarios, les hacen la fiesta, y luego los vuelven a dejar en el abandono, con infraestructuras que se vuelven elefantes blancos y sin ningún seguimiento. Prima el criterio político de cortar la cinta y quedar en la foto.

Ya es hora de recuperar el verdadero significado del deporte de alta competencia del país. El valor en imagen y reputación ante el mundo, y si se quiere el valor económico y hasta político que tienen los triunfos mundiales y olímpicos de nuestros deportistas es incalculable; pero para mantener ese nivel de los últimos años es necesario ir bajando escalones y mejorar desde la base.


Del ciclo olímpico mayor, en el que están los Centroamericanos que comienzan dentro de ocho días y para los que no hubo voluntad política para sacar los recursos a tiempo, siguen hacia abajo los Juegos Nacionales. La preocupación no puede seguir siendo quedar bien con una determinada región o con uno u otro fortín electoral. Se deben estructurar los Nacionales, revisar a fondo sus reglamentos y planear su realización con criterio técnico deportivo. Además del posterior uso de que se le debe dar a las obras. Falta un año, y si se pensaran…