¿Existen los códigos del fútbol? Antes les decían
“cánones”. ¿Realmente hay cosas que no se puede hacer en una cancha con un
balón porque hay una especie de normas tácitas que lo prohíben? Yo no creo. Eso
sí, respeto a quienes hablan de ellos, incluyendo a algunos jugadores del Cali
que los invocaron para justificar su actitud agresiva al final del encuentro
con el DIM. Todo, por una jugada genial del brasilero Elton Martins. Los
respeto, pero los veo confundidos. Acaso ¿está prohibido parar el balón con la
nuca, hacer un túnel, intentar un sobrero?, ¿es una ofensa hacer un lujo?
¡Nunca! Cuáles códigos secretos ni qué nada. Para Martins, solo aplausos y
gratitud eterna por esa pintura.
Desde mi perspectiva, las únicas leyes válidas en
el fútbol son las del reglamento de la FIFA; que buscan regular la competencia
y proteger al deportista. Lo otro, los famosos códigos secretos, son inventos
de periodistas y jugadores, que según entiendo, buscan proteger a los jugadores
de la humillación pública por un colega que juega más que él. Nada lógico
aceptar tales “leyes universales”, pues hacerlo sería querer limitarle la
estética al juego y coartar la capacidad expresiva con la pelota de los
privilegiados de este deporte.
Qué triste que estemos tan desacostumbrados a ver
genialidades en el fútbol profesional. Lamentable que ya nos contentemos con la
cifra de un resultado y veamos mal que un jugador haga una pilatuna o regale un
lujo frente a un rival. Con el cuento de esos famosos códigos le hemos quitado brillo a un deporte que cada vez se
vuelve más resultadista y pasional y poco a poco pierde su connotación de
espectáculo y de arte. Si los tales códigos existieran, qué habría sido de Jhon
Edison Castaño, Ronaldinho, Hernán Darío Herrera o Cesar Cueto, para mencionar
solo algunos irreverentes que con la pelota nos deleitaron haciendo derroches
de técnica depurada. Ellos no seguían ningún canon y para ellos no aplicaban
códigos tácitos. Los genios de la pelota simplemente se divierten.
Si a un jugador le enoja que otro le haga un túnel,
un ocho, un sombrero o cualquier otro lujo; sencillo, tiene dos opciones: que
no juegue fútbol o que entrene duro para evitar que lo hagan. Mejor aún, que
trabaje técnicamente para que algún día pueda robarse un cerrado aplauso en un
estadio lleno por ser atrevido y diferente, como lo hizo Martins. Ese es el
único código válido en el deporte: los aplausos se ganan.
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