sábado, 8 de noviembre de 2014

El criterio con el que se piensa el deporte


Exactamente dentro de un año estaremos en los Juegos Nacionales. Esta vez, la cita será  en los departamento de Tolima y Chocó. Todavía no hay ambiente. Bueno, tampoco hay  dinero ni planeación; pero hay un “compromiso” del gobierno de que los Juegos se harán. Seguramente, como muchas cosas del deporte en el país, con obras a medio terminar, con cambio de sede para algunos deportes, con la ausencia de varios departamentos y con incomodidades e improvisaciones, la vigésima versión  se llevará a cabo “como está prevista”.

Si se pensaran con criterio deportivo solamente, los Nacionales deberían ser antes que nada el primer escalón del ciclo que implica una olimpiada. Es decir, allí debería comenzar el proceso. En el formato anterior, se llevaban a cabo cuatro meses después de los Olímpicos; en el actual, un año antes. Si se pensaran filosóficamente, deberían ser el máximo encuentro del deporte nacional, donde se reivindicara a los deportistas y se les diera el máximo protagonismo. Si se pensaran…

En esta ocasión, el espacio entre la versión anterior y ésta será de tres años; no de cuatro, como era habitual. La decisión se tomó para que la participación en Juegos fuera responsabilidad de los gobiernos departamentales al cierre de su periodo, y no del primer año de los gobernantes que entraran. Fue una decisión con criterio político. Tal vez, sana, pero valdría la pena preguntarse si fue efectiva. Una mirada rápida a los diferentes procesos departamentales muestra que a un año de los Juegos hay dificultades, y muchas. Al parecer, la preocupación por participar en los Juegos de muchas delegaciones tendrá los mismos tiempos que la preocupación del gobierno nacional por las obras en las sedes: el último año. Para decirlo en términos deportivos: todo será a las carreras.

Hace rato los Juegos Nacionales son un juego de politiquería. La asignación de múltiples sedes, por ejemplo, no tiene en cuenta ningún criterio técnico. La última versión, con sedes en Norte, Córdoba y Cauca es una buena muestra de ello. Ni hablar de la del 2008 en San Andrés  y el Valle; y del turno ahora para Tolima y Chocó. Se asignan sedes para congraciarse con regiones a las que no se les ha prestado interés; les construyen escenarios, les hacen la fiesta, y luego los vuelven a dejar en el abandono, con infraestructuras que se vuelven elefantes blancos y sin ningún seguimiento. Prima el criterio político de cortar la cinta y quedar en la foto.

Ya es hora de recuperar el verdadero significado del deporte de alta competencia del país. El valor en imagen y reputación ante el mundo, y si se quiere el valor económico y hasta político que tienen los triunfos mundiales y olímpicos de nuestros deportistas es incalculable; pero para mantener ese nivel de los últimos años es necesario ir bajando escalones y mejorar desde la base.


Del ciclo olímpico mayor, en el que están los Centroamericanos que comienzan dentro de ocho días y para los que no hubo voluntad política para sacar los recursos a tiempo, siguen hacia abajo los Juegos Nacionales. La preocupación no puede seguir siendo quedar bien con una determinada región o con uno u otro fortín electoral. Se deben estructurar los Nacionales, revisar a fondo sus reglamentos y planear su realización con criterio técnico deportivo. Además del posterior uso de que se le debe dar a las obras. Falta un año, y si se pensaran… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario