jueves, 12 de febrero de 2015

No más sanciones al cemento. Pongámonos serios.


El deporte es una actividad que despierta pasiones y genera identidades; y en consecuencia, tiene que desembocar en la formación de rivalidades. Es su naturaleza. Obviamente, bajo un estricto control social que no permita  que desemboquen en acciones lamentables. Con estas características, hay unas disciplinas que por tener más impacto en la sociedad, como el fútbol,  generan permanentemente situaciones extremas; que requieren más cuidado. Ahora, si para controlar lo que el deporte genera hay que acabar su esencia, es decir,  las pasiones, las identidades o las rivalidades, eso significa que el deporte, caso concreto el fútbol, se le salió de las manos a la misma sociedad. El sábado en la noche vivimos nuevamente otro clásico antioqueño con hinchas de un solo color en la tribuna, y la verdad, fue un clásico insípido, simple.

Cuando hay problemas dentro o fuera de los estadios por partidos de fútbol, asunto que lastimosamente es cada día más común, nuestras administraciones municipales, nuestras autoridades y nuestros gobernantes de turno  muestran su experticia para  castigar el cemento y no a las personas responsables. Se volvió costumbre el denominado “cierre de fronteras”, a las barras que tienen algún comportamiento  ilegal se le prohíbe usar por algunos partidos la parafernalia con trapos, bombos y papel picado; y es muy común que se cierran tribunas y hasta que se jueguen partidos “a puerta cerrada”. Se sanciona al colectivo, se castiga el espectáculo. Al mejor estilo de la escuela cuando un alumno hace la pilatuna, y ante la imposibilidad de encontrar al culpable, la profesora deja sin recreo a todo el grupo.

Claro, en 26 años trabajando en medios y cubriendo el fútbol, siempre he visto en las tribunas a hinchas irracionales; a salvajes que se ocultan en la masa para violentar, atacar y matar; a personas decentes que no controlan sus pasiones y se transforman en delincuentes de ocasión; a antisociales que se van armados  al estadio. Terrible, sí. Inconcebible. Triste. A esos individuos, que son muchos  y cada día son más (no “unos pocos” como algunos califican a veces), es a los que se debería sancionar  y castigar.

Es un tema muy complejo, dicen a diario nuestras autoridades. Cierto. Se requiere el compromiso de todos: jugadores, directivos, clubes, medios de comunicación, aficionados, barras, administraciones municipales, autoridades; claro que sí. El problema nos cogió venta a todos. De acuerdo. ¿Entonces?, ¿nos seguimos lamentando?, ¿cerramos los estadios?, ¿acabamos el fútbol?,  ¿restringimos el ingreso solo a adultos? No seamos pendejos.


Como en el chiste viejo: organicémonos. Qué tal si desempolvamos la famosa Ley 1445 de 2011, llamada Ley del fútbol, y la aplicamos como debe ser. Qué tal si carnetizamos a los hinchas, como lo exige dicha Ley. Qué tal si el ingreso a los estadios se hace con identificador de huella. Qué tal si ponemos a funcionar las famosas cámaras de seguridad dentro delos estadios. Qué tal si  dejamos que los hinchas del otro equipo entren y controlamos de verdad. Si hay agresiones o enfrentamientos, pues apliquen la Ley; que hasta bien bonita es. 

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