El deporte es una actividad que despierta pasiones
y genera identidades; y en consecuencia, tiene que desembocar en la formación
de rivalidades. Es su naturaleza. Obviamente, bajo un estricto control social
que no permita que desemboquen en
acciones lamentables. Con estas características, hay unas disciplinas que por
tener más impacto en la sociedad, como el fútbol, generan permanentemente situaciones extremas;
que requieren más cuidado. Ahora, si para controlar lo que el deporte genera
hay que acabar su esencia, es decir, las
pasiones, las identidades o las rivalidades, eso significa que el deporte, caso
concreto el fútbol, se le salió de las manos a la misma sociedad. El sábado en
la noche vivimos nuevamente otro clásico antioqueño con hinchas de un solo
color en la tribuna, y la verdad, fue un clásico insípido, simple.
Cuando hay problemas dentro o fuera de los estadios
por partidos de fútbol, asunto que lastimosamente es cada día más común,
nuestras administraciones municipales, nuestras autoridades y nuestros
gobernantes de turno muestran su
experticia para castigar el cemento y no
a las personas responsables. Se volvió costumbre el denominado “cierre de
fronteras”, a las barras que tienen algún comportamiento ilegal se le prohíbe usar por algunos
partidos la parafernalia con trapos, bombos y papel picado; y es muy común que
se cierran tribunas y hasta que se jueguen partidos “a puerta cerrada”. Se
sanciona al colectivo, se castiga el espectáculo. Al mejor estilo de la escuela
cuando un alumno hace la pilatuna, y ante la imposibilidad de encontrar al
culpable, la profesora deja sin recreo a todo el grupo.
Claro, en 26 años trabajando en medios y cubriendo
el fútbol, siempre he visto en las tribunas a hinchas irracionales; a salvajes
que se ocultan en la masa para violentar, atacar y matar; a personas decentes
que no controlan sus pasiones y se transforman en delincuentes de ocasión; a antisociales
que se van armados al estadio. Terrible,
sí. Inconcebible. Triste. A esos individuos, que son muchos y cada día son más (no “unos pocos” como
algunos califican a veces), es a los que se debería sancionar y castigar.
Es un tema muy complejo, dicen a diario nuestras
autoridades. Cierto. Se requiere el compromiso de todos: jugadores, directivos,
clubes, medios de comunicación, aficionados, barras, administraciones
municipales, autoridades; claro que sí. El problema nos cogió venta a todos. De
acuerdo. ¿Entonces?, ¿nos seguimos lamentando?, ¿cerramos los estadios?,
¿acabamos el fútbol?, ¿restringimos el
ingreso solo a adultos? No seamos pendejos.
Como en el chiste viejo: organicémonos. Qué tal si
desempolvamos la famosa Ley 1445 de 2011, llamada Ley del fútbol, y la
aplicamos como debe ser. Qué tal si carnetizamos a los hinchas, como lo exige
dicha Ley. Qué tal si el ingreso a los estadios se hace con identificador de
huella. Qué tal si ponemos a funcionar las famosas cámaras de seguridad dentro
delos estadios. Qué tal si dejamos que
los hinchas del otro equipo entren y controlamos de verdad. Si hay agresiones o
enfrentamientos, pues apliquen la Ley; que hasta bien bonita es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario