Sergio Luis Henao no perdió. El subtítulo en la Vuelta al País Vasco no
fue una derrota. El resultado no tenía por qué generar desazón. Nada de eso.
Aunque suene absurdo, lo menos importante en este caso era ganarle en la Contra
Reloj a Purito Rodríguez. Por algún extraño dejavú me acordé de Rigoberto Urán,
colgándose la plata olímpica, con mucha gente frente al televisor lamentándose
porque miró para atrás en los últimos metros.
Seguir el ciclismo, y en general el deporte, es una buena manera de
entender que los colombianos somos un pueblo para el que el vaso siempre está
medio vacío. Somos arribistas. Solo nos sirve ganar. Y la mayoría de las veces,
ganar como sea. Cuando no ganamos, independiente de las circunstancias,
hablamos de desazón, amargura o fracaso.
Para muchos es difícil entender que el reto para Henao no era ganar,
sino volver; y aunque suene medio filosófico: volver a ser. Llevaba un año sin
correr, la del país Vasco era su segunda carrera después de la lesión en Suiza
hace 10 meses, y la primera en la que iba a tope. Desde su llegada a Europa,
por múltiples razones, había sido intermitente, pero ahora se le ve brillar con
solidez.
Henao volvió a ser... el pedalista fuerte del 2010 ganador de la Vuelta
a Colombia; el coequipero estrella del 2013 que con licencia de su capo
protagonizó la Flecha Valona y fue podio en el País Vasco; el complemento que
necesitaba Froome en el Sky; el otro gran escalador colombiano. Regresó un
grande que por diferentes razones, en los 4 años que lleva en Europa, no ha
podido consolidarse como Urán y Quintana. Por eso, Henao no perdió... porque
volvió para consolidarse, ¡y de qué manera!
La Contra Reloj final del País Vasco no puede dejar amarguras. Henao
debe estar disfrutando el sabor del regreso, del buen regreso, que siempre será
dulce.
P.D. Si me entendió la de Sergio Luis, seguro me entenderá la idea que
sigue: Nairo tampoco perdió, fue cuarto, y está mirando adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario