miércoles, 22 de octubre de 2014

Cuando los tiempos no son los mismos…


Advierto de entrada que no creo ni en la política, ni en los políticos y mucho menos en los actos politiqueros; y menos, cuando de hablar de deporte se trata. Faltan 25 días para que se inauguren en México los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, y teniendo con qué, no vamos a ir a pelear por el primer escalón del podio. La razón es sencilla: los tiempos de la política no son los tiempos del deporte.

Voy por partes, para ilustrarlo bien. Los Centroamericanos son el tercer escalón de lo que comúnmente llamamos “el ciclo olímpico”. Empieza con los Bolivarianos, que por primera vez los ganó Colombia, en Trujillo, Perú, en el 2013. Sigue con los Suramericanos, en los que la delegación nacional ocupó el segundo lugar; en Santiago, en marzo de este año. Continúa con los que Centroamericanos, en menos de un mes en Veracruz; pasa a los Panamericanos, a realizarse en Toronto, en julio del 2015, y culmina con los Olímpicos, en este caso, los del Río. En el caso que me ocupa, los Centroamericanos, Colombia viene de ser tercero en las últimas 3 versiones: 2002 en San Salvador, 2006 en Cartagena y 2010 en Mayagüez. Claro, nunca los ha ganado, pero esta vez, era la oportunidad histórica para hacerlo.

Nuestro deporte olímpico está en su mejor momento de la historia en materia de resultados. 42 títulos del mundo en deportes federados en el 2013 y 13 en lo corrido del 2014 lo evidencian. A ello hay que sumar las 8 medallas olímpicas en Londres y los grandes niveles de desempeño en muchas de las disciplinas de las que tendrán competencia en Veracruz; para no entrar en detalles técnicos de fondo, que permitirían argumentarlo mejor. Este es un primer argumento. Por su momento deportivo histórico, Colombia tiene con qué ir a pelear los Centroamericanos.

Los Centroamericanos han tenido hegemonía de Cuba y México en los dos primeros cajones del podio. A México ya lo superamos en los Juegos de Londres y en las estadísticas de títulos mundiales de los dos últimos años. Son locales, pero con una delegación numerosa y bien preparada, se les podría hacer la pelea.  Cuba sigue siendo superior. En  Londres ganó 5 oros, 3 platas y 6 bronces; pero en muchas disciplinas le hemos recortado distancia. Esta vez, podría haber sido el momento de sacar las uñas ante ellos.

Bueno, no son más que cuentas alegres. Sobre todo, si uno lee que a tres semanas de comenzar estos juegos, el dinero que aporta el Estado para la preparación de los deportistas, aún no ha llegado al Comité Olímpico Colombiano. Como quien dice, no hay plata. Así de sencillo. Eso no es cierto, dirán los políticos: que la adición presupuestal fue aprobada en primera instancia desde mayo, que lo que falta es el desembolso por parte del ministerio de Hacienda, que el dinero está  pero falta un trámite, que son 4.500 millones y eso es mucho dinero; que ya casi, en fin. La plata está, pero no está. Faltan 3 semanas, y el dinero que era para la preparación y participación, va a llegar, si supera los trámites de la política, o de los políticos, para lo segundo. Como quien dice, si llega, habrá plata para participar. Lástima: se olvidan los políticos que para participar es indispensable preparar.

Material humano y calidad técnica para pelear los Centroamericanos hay, en cantidad. Eso sí, los procesos deportivos para tener una delegación bien preparada no se cumplieron en su totalidad, porque el dinero se demoró. Cuestión de tiempos: el gobierno gestionó los recursos, y los consiguió… pero en términos ciclísticos, van a llegar por fuera del límite de clasificación.

Hace 4 años en Mayagüez, Colombia tenía con qué pelear el título. Cuba no asistió, a Venezuela ya le habíamos ganado en los Juegos Suramericanos de Medellín y México era el rival a vencer, sin ser muy superior. Al término de la primera semana, Colombia lideraba el medallero con más de 60 oros, pero al final, fue tercero. Eso sí, con la mayor cantidad de medallas de la historia. México y Venezuela nos superaron porque llevaron más deportistas y porque tuvieron una mejor preparación.


Que hay problemas con el modelo económico de nuestro deporte, dependiendo de los dineros del Estado, es un tema a discutir en el mediano plazo; pero con el modelo actual hemos sido protagonistas. Al deportista, al técnico y al dirigente deportivo  les tocas “pelear” la plata para cada evento del ciclo olímpico; y esto, obviamente obstaculiza los procesos. Es claro, los tiempos del deporte no son los tiempos de la política; son diferentes. Y como la que asigna los presupuestos es la segunda, el primero siempre sale perdiendo. 

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