lunes, 6 de octubre de 2014

Las palabras de Manuela



Así de claro habló Manuela Vargas, la pasadora de la selección Colombia juvenil de voleibol: "Quedamos en ridículo con Colombia porque no dimos todo. Regalamos el partido, lo entregamos. Colombia vio lo que hicimos hoy, que no sacamos adelante el partido y que nos dimos por vencidas. No hay excusa y eso no puede ser así". Sin tapujos, sin rodeos, sin adornos, sin un recital de justificaciones. Habló como debe hablarse cuando el resultado es adverso y no hay mayores explicaciones. Como periodista, lo único que hice fue aplaudir su sinceridad. Ojalá todos fueran así de directos.

La declaración de Manuela fue el jueves. Ese día Colombia cayó 3-0 ante Chile en el Suramericano de Voleibol que tuvo como sede a Barrancabermeja. Lo que vimos quienes estábamos transmitiendo el juego fue que el equipo nacional jugó mal, que se enredó y que cometió errores ingenuos; y lo que sentimos viendo el partido fue que la selección no tenía la combatividad de otras noches, que el equipo no mostraba “ganas”. Repito, era un sentir, y como tal no podía expresarse en el comentario. Eso sí, las palabras de la jugadora ratificaron lo visto y lo sentido.

Para muchos, la deportista habló “caliente” por las circunstancias de la derrota, y no debió hacerlo. Difiero. Siempre que un deportista termine una competencia va a estar agitado y  emocionalmente marcado por el resultado. ¿Acaso cuando hablan después de la victoria  no están “calientes”? Para el caso, es lo mismo. Lo diferente esta vez, fue que la chica se llenó de sinceridad para decir lo que sentía. Plausible. Como periodista y como espectador del deporte, prefiero esa crudeza y esa naturalidad.

Es triste, pero pareciera que en las derrotas ya nos acostumbramos a las justificaciones insulsas, a la búsqueda de culpables y a las explicaciones circunstanciales. De esa colección de libretos repetidos, escuchamos diariamente en nuestro trabajo frases como: “El árbitro nos perjudicó demasiado”, “hoy no tuvimos suerte”, “el sistema del torneo no nos favorece”, “el rival fue muy mañoso”, “los equipos que vienen a encerrarse no hacen nada por el espectáculo y nos complican mucho el juego”, “el resultado fue muy injusto”, “la carga de partidos nos está afectando”, “no sé qué nos pasó”, “tengo que revisar el video para poder explicar este resultado”… son tantas y tan comunes, que ya no tienen fuerza. No digo que en ocasiones no sean ciertas, pero cuando existen y son tan evidentes no habría por qué exponerlas con la vehemencia que a veces se dicen.

Lo que hizo Manuela no es común: aceptar públicamente los errores propios; y reconocer la derrota. Es bueno advertir, que un día después, Colombia jugó contra Argentina y dos días después ante Perú. En ambos juegos, el seleccionado nacional jugó muy diferente. Igual, los resultados fueron adversos, pero se vio un mejor juego y el sentir fue distinto. Qué bueno sería que tuviéramos más deportistas y más colombianos como Manuela:  sinceros.

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