Así de claro habló Manuela Vargas, la
pasadora de la selección Colombia juvenil de voleibol: "Quedamos en
ridículo con Colombia porque no dimos todo. Regalamos el partido, lo
entregamos. Colombia vio lo que hicimos hoy, que no sacamos adelante el partido
y que nos dimos por vencidas. No hay excusa y eso no puede ser
así". Sin tapujos, sin rodeos, sin adornos, sin un recital de
justificaciones. Habló como debe hablarse cuando el resultado es adverso y no
hay mayores explicaciones. Como periodista, lo único que hice fue aplaudir su
sinceridad. Ojalá todos fueran así de directos.
La declaración de Manuela fue el
jueves. Ese día Colombia cayó 3-0 ante Chile en el Suramericano de Voleibol que
tuvo como sede a Barrancabermeja. Lo que vimos quienes estábamos transmitiendo
el juego fue que el equipo nacional jugó mal, que se enredó y que cometió
errores ingenuos; y lo que sentimos viendo el partido fue que la selección no tenía
la combatividad de otras noches, que el equipo no mostraba “ganas”. Repito, era
un sentir, y como tal no podía expresarse en el comentario. Eso sí, las
palabras de la jugadora ratificaron lo visto y lo sentido.
Para muchos, la deportista habló
“caliente” por las circunstancias de la derrota, y no debió hacerlo. Difiero.
Siempre que un deportista termine una competencia va a estar agitado y emocionalmente marcado por el resultado. ¿Acaso
cuando hablan después de la victoria no
están “calientes”? Para el caso, es lo mismo. Lo diferente esta vez, fue que la
chica se llenó de sinceridad para decir lo que sentía. Plausible. Como
periodista y como espectador del deporte, prefiero esa crudeza y esa
naturalidad.
Es triste, pero pareciera que en las
derrotas ya nos acostumbramos a las justificaciones insulsas, a la búsqueda de
culpables y a las explicaciones circunstanciales. De esa colección de libretos
repetidos, escuchamos diariamente en nuestro trabajo frases como: “El árbitro
nos perjudicó demasiado”, “hoy no tuvimos suerte”, “el sistema del torneo no
nos favorece”, “el rival fue muy mañoso”, “los equipos que vienen a encerrarse
no hacen nada por el espectáculo y nos complican mucho el juego”, “el resultado
fue muy injusto”, “la carga de partidos nos está afectando”, “no sé qué nos
pasó”, “tengo que revisar el video para poder explicar este resultado”… son
tantas y tan comunes, que ya no tienen fuerza. No digo que en ocasiones no sean
ciertas, pero cuando existen y son tan evidentes no habría por qué exponerlas
con la vehemencia que a veces se dicen.
Lo que hizo Manuela no es común:
aceptar públicamente los errores propios; y reconocer la derrota. Es bueno
advertir, que un día después, Colombia jugó contra Argentina y dos días después
ante Perú. En ambos juegos, el seleccionado nacional jugó muy diferente. Igual,
los resultados fueron adversos, pero se vio un mejor juego y el sentir fue
distinto. Qué bueno sería que tuviéramos más deportistas y más colombianos como
Manuela: sinceros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario