miércoles, 1 de julio de 2015

La Copa no es la Eliminatoria


En medio de tanto alboroto en países como Brasil y Colombia porque sus selecciones no mostraron el fútbol esperado, es bueno recordar que la Copa América no es la eliminatoria; que son dos torneos muy diferentes y que lo que vimos en Chile de muchos equipos no será lo que veremos de ellos en la fase de clasificación al mundial. La Copa no puede ser el termómetro para medir la temperatura de cara a Rusia 2018.

La Copa se juega en 3 semanas seguidas; la eliminatoria en 2 años. En la primera, la planeación es a corto plazo; en la segunda es una proyección. La primera se juega en un solo país, en unas condiciones climáticas específicas y con un público determinado que es casi el mismo en todos los partidos. Una cosa es inscribir 23 jugadores, que son los que deben afrontar los 6 posibles juegos y tener que improvisar en medio de las adversidades, como le pasó al profesor Pékerman ante Argentina; y otra muy diferente es poder rearmar el equipo con cualquier jugador del país de un partido para otro. En la Copa se puede jugar siempre a empatar; de hecho Paraguay llegó a la final en el 2011 sin ganar un solo partido; en la eliminatoria hay que ganar partidos, empatar siempre no clasifica.

Sí, sé que lo anterior suena obvio, que es el agua tibia en materia de fútbol; pero debería ser elemental también tenerlo en cuenta a la hora de valorar lo que cada selección ha hecho en la Copa. Lo que se hizo en Chile no es el rasero de lo que va a pasar en la eliminatoria, no puede serlo. Nunca lo ha sido. Sería absurdo creer que los 4 semifinalistas de la Copa son los llamados a clasificar al mundial. En Brasil ya hay muchos pidiendo la cabeza de Dunga y en Colombia otros tantos descalificando a Pékerman, mientras  en Bolivia y Venezuela hay quienes hacen fiesta vendiendo la ilusión de que tienen equipos para pelear la clasificación. Ni lo uno, ni lo otro.

Dunga y Pékerman cometieron errores para la Copa, claro que sí. Seguramente se equivocaron en planteamientos, en la confección de la nómina, en darles titularidad a algunos jugadores, en los cambios y en muchas cosas más. De eso se ha hablado toda la semana. Se equivocaron en el torneo corto, en el puntual, de haber acertado todo estarían en la fiesta final; pero ojo que ya ambos acertaron en una eliminatoria con la Selección que ahora dirigen. Ambos tuvieron problema en el corto plazo pero ya demostraron que son buenos en la planeación larga. Eso es lo que viene ahora.

A mí también me hubiera gustado ver a Colombia Campeón. Lo di favorito. Pudo haber sido mejor, pero se cometieron errores. No lo veo con tanto drama, era un torneo corto. Ahora viene el camino a Rusia, que no será fácil, y es un camino largo. Son torneos distintos. Le tengo fe a los procesos, no a los momentos. Creo.


La pelota sí se mancha


Arturo Vidal chocó su Ferrari cuando conducía bajo el efecto del alcohol, casi 2.000 hinchas lo acompañaron toda la noche afuera de la comisaría y luego en el juzgado. Lo multaron, lo dejaron libre y a los dos días jugó. La justicia no lo trató como a un ciudadano común; sino como a un ídolo. A los dos días jugó. El técnico Sampaoli no lo sacó del equipo y dijo que la selección está por encima de todo. En el estadio fue ovacionado.

Neymar fue expulsado al final del partido con Colombia. Luego en el camerino increpó e insultó al árbitro. Luego de varias discusiones la Comisión Disciplinaria de la Conmebol lo sancionó de oficio con 4 fechas. El jugador salió a decir que no había hecho nada y muchos periodistas salieron en su defensa. "Si lo hubiera hecho", dijeron algunos, "hasta razón tendría". Claro, fue cazado, "con z", enfatizó el carbonero Helio Rossi, "por una banda de malparidos". Es Neymar.

El papá de Edison Cavani atropelló un motociclista y lo mató. Su hijo fue convencido por el técnico Tabares para que permaneciera en la selección. "Un asunto personal que nada tiene que ver con el juego del equipo", puntualizó en entrenador. Jugó contra Chile y se le vio desconcentrado. Lo provocaron y cayó en la trampa. Salió expulsado. Estaba mal por lo de su padre, pero la Selección lo necesitaba.

Precisamente , el chileno Jara fue el provocador de Cavani. En un acto obsceno, "le hizo tacto anal" y lo sacó de casillas. Jara terminó el partido y todo el estadio lo aplaudió. "Se lo merecen los uruguayos por mañosos", dijo el comentarista chileno del lado.

Esta Copa América nos va mostrando poco a poco que la pelota sí se mancha. Que no solo los directivos son corruptos. Que los mismos jugadores, que tanto hablan de la  pureza del juego, terminan apelando a las mañas y al engaño como fórmulas para el juego. Que los famosos "códigos del fútbol" lo permiten todo. Que la sociedad es alcahueta con actos salidos de la Ley, porque la Selección está por encima de todo.

Lástima. El fútbol no puede estar por encima de todo. No puede ser más importante que el dolor de un ser humano. No puede ser ejemplo de trampa. No puede seguir siendo escenario de corrupción. El fútbol no puede ser justificación de nada.

Buena sede, buena Copa


Terminó la primera fase de la Copa y hay que decirlo con claridad: Chile estuvo a la altura. La organización del torneo de selecciones más antiguo del mundo respondió. Los inconvenientes fueron menores, típicos de nuestra realidad latinoamericana. Pasadas dos semanas hay que decirlo: qué buenos anfitriones.

Lo más cuidado y por lógica debe ser así, son las canchas. Impecables. Los estadios, en su mayoría, hermosos y cómodos. Con una  excepción: el Nacional de Santiago; que por su avanzada edad, a pesar de los maquillajes y ajustes ya no se adecua a las necesidades postmodernas.

No sé qué dirán los turistas, porque estas líneas tienen la mirada de quien viene a trabajar en medios y la verdad, desde esta perspectiva no hay queja alguna. La cordialidad de la gente chilena, la fuerza pública amigable y prudente, el numeroso grupo de voluntarios, la señalética en los escenarios, los precios normales en las zonas de comida y los recursos técnicos de conectividad están a la altura de un gran certamen.

Lo tedioso del certamen no es culpa de Chile; más bien es característico de esa estructura construida por capricho de la cuestionada organización del fútbol. Unos ídolos cada vez custodiados y más lejanos a la gente del común, la falta de claridad para asuntos como la sanción a Neymar, la programación de partidos privilegiando el interés del negocio por encima del fair play o la presencia de equipos con nóminas B como México. Lunares grandes. Bueno, tal vez el cuatro años, en la próxima copa, con una Fifa y un fútbol saneados (será?) algunas de estas cosas cambien.

Lo reitero: Chile estuvo a la altura de la Copa. Lo que no está claro todavía es si la Copa estuvo a la altura de Chile.

Después del 1-0 a Brasil toca aprender


Lo importante de las caídas es la forma como uno se levante. Ahí radica la importancia de la victoria de Colombia. Dos días después, las sensaciones siguen siendo múltiples, pero las reflexiones deben ser mayores.

La primera lección aprendida es que hay que creer más. Lo pidió James después de la caída ante Venezuela. La dramatización al extremo en la derrota y la celebración excesiva en la victoria son parte de nuestro adn. Podemos cambiar un poco, al menos intentarlo; es más, debemos hacerlo. Es asunto se credibilidad cuando los proyectos son serios. El de Pekerman lo es.

El fútbol es una montaña rusa. Se gana y se pierde. Obviamente, hay formas de hacerlo. Y formas de asumirlo. Por ejemplo, las declaraciones de Dunga en la rueda de prensa post juego dejaron en evidencia su falta de grandeza. No asumió sus responsabilidades. Le atribuyó todo al árbitro y según él, a la pierna fuerte de Colombia. Segunda lección: en la derrota se conoce al verdadero caballero.

Una más: antes del partido, En la conferencia de prensa de Pékerman con Cuadrado, la actitud del Pekerman sonriente sorprendió por su buen humor y su tranquilidad. Hasta le hizo bromas a juan Guillermo cuando le preguntaron por la llegada de Falcao al Chelsea. Una invitación a leer entre líneas. Otra lección a repasar.

A muchos kilómetros del juego, la lección más importante: un niño murió en Medellín por una balacera en medio de la celebración. Sin palabras. Más que hablar de táctica, de identidad futbolística, del resultado, de la Copa, de Pékerman o de Neymar, es hora de hablar de cosas simples, mucho más importantes y significativas que el fútbol. Hay que hablar del valor de la vida. Lección que no hemos aprendido.