miércoles, 1 de julio de 2015

Después del 1-0 a Brasil toca aprender


Lo importante de las caídas es la forma como uno se levante. Ahí radica la importancia de la victoria de Colombia. Dos días después, las sensaciones siguen siendo múltiples, pero las reflexiones deben ser mayores.

La primera lección aprendida es que hay que creer más. Lo pidió James después de la caída ante Venezuela. La dramatización al extremo en la derrota y la celebración excesiva en la victoria son parte de nuestro adn. Podemos cambiar un poco, al menos intentarlo; es más, debemos hacerlo. Es asunto se credibilidad cuando los proyectos son serios. El de Pekerman lo es.

El fútbol es una montaña rusa. Se gana y se pierde. Obviamente, hay formas de hacerlo. Y formas de asumirlo. Por ejemplo, las declaraciones de Dunga en la rueda de prensa post juego dejaron en evidencia su falta de grandeza. No asumió sus responsabilidades. Le atribuyó todo al árbitro y según él, a la pierna fuerte de Colombia. Segunda lección: en la derrota se conoce al verdadero caballero.

Una más: antes del partido, En la conferencia de prensa de Pékerman con Cuadrado, la actitud del Pekerman sonriente sorprendió por su buen humor y su tranquilidad. Hasta le hizo bromas a juan Guillermo cuando le preguntaron por la llegada de Falcao al Chelsea. Una invitación a leer entre líneas. Otra lección a repasar.

A muchos kilómetros del juego, la lección más importante: un niño murió en Medellín por una balacera en medio de la celebración. Sin palabras. Más que hablar de táctica, de identidad futbolística, del resultado, de la Copa, de Pékerman o de Neymar, es hora de hablar de cosas simples, mucho más importantes y significativas que el fútbol. Hay que hablar del valor de la vida. Lección que no hemos aprendido.

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