miércoles, 1 de julio de 2015

La pelota sí se mancha


Arturo Vidal chocó su Ferrari cuando conducía bajo el efecto del alcohol, casi 2.000 hinchas lo acompañaron toda la noche afuera de la comisaría y luego en el juzgado. Lo multaron, lo dejaron libre y a los dos días jugó. La justicia no lo trató como a un ciudadano común; sino como a un ídolo. A los dos días jugó. El técnico Sampaoli no lo sacó del equipo y dijo que la selección está por encima de todo. En el estadio fue ovacionado.

Neymar fue expulsado al final del partido con Colombia. Luego en el camerino increpó e insultó al árbitro. Luego de varias discusiones la Comisión Disciplinaria de la Conmebol lo sancionó de oficio con 4 fechas. El jugador salió a decir que no había hecho nada y muchos periodistas salieron en su defensa. "Si lo hubiera hecho", dijeron algunos, "hasta razón tendría". Claro, fue cazado, "con z", enfatizó el carbonero Helio Rossi, "por una banda de malparidos". Es Neymar.

El papá de Edison Cavani atropelló un motociclista y lo mató. Su hijo fue convencido por el técnico Tabares para que permaneciera en la selección. "Un asunto personal que nada tiene que ver con el juego del equipo", puntualizó en entrenador. Jugó contra Chile y se le vio desconcentrado. Lo provocaron y cayó en la trampa. Salió expulsado. Estaba mal por lo de su padre, pero la Selección lo necesitaba.

Precisamente , el chileno Jara fue el provocador de Cavani. En un acto obsceno, "le hizo tacto anal" y lo sacó de casillas. Jara terminó el partido y todo el estadio lo aplaudió. "Se lo merecen los uruguayos por mañosos", dijo el comentarista chileno del lado.

Esta Copa América nos va mostrando poco a poco que la pelota sí se mancha. Que no solo los directivos son corruptos. Que los mismos jugadores, que tanto hablan de la  pureza del juego, terminan apelando a las mañas y al engaño como fórmulas para el juego. Que los famosos "códigos del fútbol" lo permiten todo. Que la sociedad es alcahueta con actos salidos de la Ley, porque la Selección está por encima de todo.

Lástima. El fútbol no puede estar por encima de todo. No puede ser más importante que el dolor de un ser humano. No puede ser ejemplo de trampa. No puede seguir siendo escenario de corrupción. El fútbol no puede ser justificación de nada.

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