Un amor fugaz y pasajero
Por Jhon Jaime Osorio
Publicado en la columna “Tiro Libre” en el periódico Q´Hubo el 30 de
mayo de 2012
Todavía recuerdo las palabras de la prensa
capitalina cuando Pékerman llegó: que
había que rodear a la Selección, que debíamos “arropar” al nuevo técnico, que
estábamos en mora de tener un estratega extranjero, que no podíamos seguir
mirando hacia atrás, que uno de afuera no traía los vicios de los de acá. El
nuevo técnico no ha dirigido su primer partido oficial y ya el discurso de la
prensa que lo defendía cambió por completo. Se les olvidó un pequeño detalle:
Pékerman habla poco, no le gusta, y prefiere estar lejos de la prensa.
Esta historia de amores fugaces y pasajeros entre
los medios y las organizaciones deportivas es cotidiana. Hace escasos 10 días,
por ejemplo, los jugadores y el cuerpo técnico de Nacional dejaron esperando a
los medios 50 minutos después de un partido; y cuando se “dignaron” a asistir a
la rueda de prensa, los periodistas se retiraron en actitud de protesta.
Entre los periodistas y sus fuentes hay una mutua necesidad
y dependencia. Los primeros necesitan información y los otros la tienen; la
imagen pública de los segundos depende
en mucha parte del trabajo de los primeros. Es un matrimonio por conveniencia
dirán algunos, pero es una boda necesaria. Las peleas entre los periodistas y
la Selección lo único que hacen es enturbiar el ambiente y dañar el entorno.
Como en todo
problema de pareja, para solucionarlo se requiere un respeto mutuo y el aporte
de ambas partes. Que la selección tenga una política informativa clara,
cualquiera que sea, y que la haga pública; es un asunto administrativo de
gestión de la comunicación. Y que los periodistas hagan su trabajo serio sin
querer condicionar alineaciones, sin exigir exclusividades en el trato y sin
querer hacer a hablar a un hombre al que no le gusta hacerlo; es un asunto de
profesionalismo y sentido común. Que el periodista informe y analice, y que el
técnico oriente los entrenamientos y dirija. “Cada loro en su estaca”, dicen
las señoras.
Una cosa queda claro para quienes clamaban por el
cambio de técnico: la traída del extranjero implicaba la traída de unas nuevas
formas de dirigir, pero también la llegada de nuevas formas de tratar a la
prensa. Esos son los vicios de los de allá.