Publicado en la columna Tiro Libre del periódico Qhubo el miércoles 9 de enero de 2013
No nos confundamos: en Colombia no tenemos el mejor fútbol del mundo; ni uno de los mejores. Tenemos a Falcao, el mejor 9 del planeta, sin dudas; pero querer generalizar o extrapolar a lo colectivo no es más que una exageración.
La presencia de Falcao en el 11 ideal de FIFA es lo más importante a nivel de reconocimientos que ha conseguido un jugador nacional en la historia. Y se lo merece. Estar en ese grupo selecto es tan importante como el reconocimiento al escorpión de Higuita como mejor jugada de la historia y supera la inclusión de Valderrama en varias selecciones ideales de eliminatorias, Copas América y mundiales.
Que el momento de la selección de mayores es muy bueno, nadie lo discute. Que hay una opción muy viable de regresar a un mundial 16 años después, también es cierto. Que en la generación actual hay 30 o 35 jugadores de élite mundial, válido; pero que somos de los mejores del mundo por esas razones, no creo.
Querer utilizar el gran momento individual de Falcao para representar con él a un fútbol que a nivel de clubes tiene grandes dificultades, que no tiene procesos a largo plazo, que todavía no entiende la importancia de promover la rama femenina y que no tiene un plan de desarrollo a largo plazo no es más que una falacia y que un comentario alegre.
Para ser grandes en el fútbol mundial hay que tener mucho más que un fenómeno como Radamel. Nuestro fútbol es de pantalón corto todavía. Por fortuna, la vida nos premió con otro fuera de serie, como el Pibe o como René.
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