El Barcelona perdió con el Valladolid en España y
de inmediato en el mundo entero se prendieron las alarmas. Se ha dicho de
todo. Unos hablan de caos total, otros
afirman que el equipo vive una profunda crisis
deportiva, hay quienes califican la situación de “naufragio”, algunos viven del
pasado para rememorar y llorar la salida de Guardiola, y no faltan los que
reclaman de inmediato la cabeza del técnico Martino o le echan la culpa a algún
jugador en específico como Neymar. Demasiado drama, ¿no?
Que un equipo fuerte pierda contra uno débil
siempre será una gran noticia y el hecho tendrá mucha trascendencia, cierto.
Que el Barcelona o el Madrid cedan terreno en la punta de la Liga española es
algo que sorprende al fútbol mundial, de acuerdo. Que la propuesta futbolística
del Barcelona modelo 2014 deja mucho que desear, innegable. Que jugó mal ante
el Valladolid; claro. Pero de ahí a armar toda una película por un resultado
adverso de un equipo, tampoco. Tendría validez si las causas no se conocieran,
si no fuera previsible lo que está pasando con el equipo catalán.
En el fútbol, como en la mayoría de las actividades
humanas, se volvió costumbre buscar un culpable cada que se presenta un mal
resultado. No tenemos memoria, no miramos el fondo, no vamos un poco más allá
de lo obvio… nos conformamos con sacar a alguien, con descargarnos contra él,
con acusar y atribuir, o con buscar la excusa perfecta. En este caso es igual:
que el árbitro no pitó, que Martino no sabe alinear, que Neymar no ha
entendido, que el equipo no tiene alma, que Messi está triste o que la grama
del estadio era mala. Todo vale, pero no es el fondo del problema.
¿No será acaso que el problema en la cancha tiene
más fondo?, yo creo que sí. Un equipo de fútbol no son 11 jugadores y un DT;
del equipo hacen parte también la afición, los directivos, los socios y el
entorno. Qué tal si pensamos en esos factores por un momento. ¿Qué tal recordar los escándalos por el
fichaje de Neymar y una “platica” que por ahí se embolató?, ¿Tendrá que ver la
confusión de los socios con el escándalo Rosell?, ¿afecta al equipo que en
medio del desenlace de la Liga, el club haya citado para elecciones el 5 de
abril?, ¿tendrá algo que ver el momento político español y la falta de
liderazgo actual del pueblo catalán para seguir su lucha independentista?...
A todas estas preguntas mi respuesta es sí. Un
equipo de fútbol es un proyecto: político, económico y social; no solo 11
jugadores detrás de una pelota. Para mí el problema del Barcelona está ahí.
Sigan ustedes echándole culpas a Piqué porque no corre, a Pedro porque no la
mete, a Neymar porque no se peina o a Messi porque no la pide.
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