El fútbol de pueblo devuelve el
gusto
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Mientras el periodismo de fútbol del país analizaba
las propuestas tácticas de la Eurocopa o hacía cuentas de cómo Santa Fe puede
ser el campeón, y mientras los mejores
futbolistas del mundo eran “entrevistados” por los periodistas de
entretenimiento sin mucho conocimiento de quiénes eran sus invitados; yo
dediqué la semana a sentir el fervor del verdadero fútbol; aquel en el que se
corre y se lucha, en el que hay espacio para el lujo, en el que la lúdica está
a la par de la competencia, en el que no hay especulación ni intentos de
impresionar al árbitro, en el que la gente va a la tribuna en familia y en el
que al final solo hay momentos para la foto y el abrazo.
El gusto por el fútbol de verdad me lo devolvió el
Torneo Intermunicipal, un certamen que acertadamente fue denominado con una de
las hipérboles propia de los antioqueños: “El mundial de los pueblos”. Ver
jugar a los equipos de Segovia, San Pedro de Urabá, La Estrella, el Peñol,
Carolina del Príncipe o Guarne fue gratificante no solo para quienes esperamos
que el fútbol no pierda su esencia de
espectáculo y de juego, sino para aquellos que miran este deporte desde su
impacto identitario y social.
Se trata de un torneo de categoría abierta, en el
que participan las selecciones de cada uno de los municipios de Antioquia, y en
el que luego de una fase zonal se dieron cita los 16 mejores en dos sedes, Itaguí
y La Estrella, para la fase final. Hubo fiesta, público, espectáculo y buen
fútbol; silvestre, natural, poco contaminado y sin mañas. Los pueblos lograron
lo que los clubes profesionales y las selecciones no habían intentado. El
domingo se consagrará el campeón de la versión 47 de un torneo local, que
convirtió el fútbol en la fiesta que debería ser siempre.
Una sola historia ilustra lo que pudimos observar
esta semana en Antioquia: en el equipo de Segovia, la mayoría de sus jugadores
son mineros de profesión, que luego de trabajar 8 horas en un socavón le
dedican tiempo al fútbol, con un solo objetivo, hacer quedar en alto los
colores de su municipio. Y lo hicieron. Mostraron un equipo veloz, técnico y
ambicioso. No ganaron, pero salieron aplaudidos; mostraron el fútbol de verdad.
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