FÚTBOL SIN LEY
Por Jhon Jaime Osorio
Publicado en la columna "De largo aliento" en el Deportivo Paisa, el viernes 16 de marzo.
Navajas, gases lacrimógenos, estampidas, enfrentamientos, puñaladas, sangre, gritos, insultos, peleas, desazón, indignación... Así terminó el clásico antioqueño el domingo pasado. No dentro del estadio, sino en sus exteriores. El fútbol cambió demasiado; ya no es una fiesta.
La salida del Atanasio Girardot fue abrupta, violenta e indignante. Sentí miedo. No es la primera vez que me pasa, pero esta vez fue transformado en terror. Lo tengo claro: no vale la pena arriesgar la vida por ir a cubrir un partido de fútbol. Lo que era un enfrentamiento simbólico, una fiesta de familias, un espectáculo deportivo, hoy es una guerra real, un choque de pandillas, un peligro latente para la ciudad. Así de triste, pero así de claro: ir a un clásico es riesgoso, no por el partido en sí, sino por el entorno.
Siempre me llamó la atención escuchar a un hincha decir que él sería capaz de dar la vida por su equipo. Creí que era la hipérbole perfecta para ilustrar el sentimiento por una divisa. No. Después de lo del domingo, estoy seguro de que es literal. Dan la vida, agreden, apuñalan y son capaces de matar.
No volveré a decir que “son unos pocos desadaptados que se tiran en el espectáculo”; más de 300 detenidos después de un partido no son una cifra menor. Tampoco diré que es “un problema del fútbol”; porque todos sabemos que es una problemática social, que se apoderó hace rato de muchos espacios, incluso de los del fútbol. Mucho menos volveré a afirmar que “siquiera se sancionó la Ley 1445, porque con ella se le puso el tate -quieto a los violentos”; mentira crasa tener una Ley que no se aplica y que casi un año después de sancionada no tiene reglamentada su aplicación.
El 12 de mayo de este año le partiremos el primer pastel de cumpleaños a la denominada Ley Parodi, que acabaría con los violentos en el fútbol. Si las letras de esa jurisprudencia se llevaran a la práctica, lo ocurrido el domingo nos hubiera arrojado por lo menos 300 multas entre 20 y 100 salarios mínimos legales vigentes, y el mismo número de prohibiciones para asistir a fútbol en un periodo entre 1 y 3 años.
La salida del estadio fue el domingo a las 8:30 de la noche, 24 horas después, los 300 detenidos estaban en sus casas. Seguramente, en 10 días, cuando se juegue el segundo clásico paisa del año, esos 300 que fueron detenidos, y unos 300 más que no detectó el operativo, volverán a estar. Y yo, que voy a estadio a trabajar, volveré a correr para salvar mi vida.
son muy interesantes este tipo de personas que idolatran a un equipo de futbol, comparto contigo ese concepto de no señalar y ver con hechos y actitudes a esta multitud de Hinchas
ResponderEliminarel fanatismo nos esta llevando al punto de ser tan prepotentes y creer que tenemos la razón por cosas sin sentido y sin procedencia que me permito decir, que aquellos quienes visten la camiseta de su equipo me dan mas miedo que los guerrilleros de las FARC...
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