Columna publicada en Q´Hubo el miércoles 28 de marzo de 2012
En Colombia las mujeres juegan mejor al fútbol que los hombres. Los resultados lo demuestran. Sé que la afirmación puede causar escozor y hasta rechazo y para no perder de entrada algunos lectores suavizaré un poco la frase: el fútbol femenino colombiano en selecciones tiene mejor nivel de competencia que el masculino. Dicho así, creo que no hay discusión.
En los últimos 5 años, las damas fueron al Mundial de mayores, al sub 20, clasificaron a los Olímpicos de Londres y acaban de ganar el cupo al certamen orbital sub 17. Como buenas deportistas colombianas, reciben muy poco apoyo y consiguen resultados sorprendentes. Contrario al fútbol masculino, que lo tiene todo y en este siglo no ha conseguido nada.
Es cierto que no se pueden comparar los resultados porque los niveles de competencia son diferentes; pero el comparativo aplica cuando miramos asuntos de inversión que llevan a la reflexión: para los hombres, todo; para las damas, muy poco. ¿Y quiénes ganan y consiguen cosas importantes? Ahora que están de moda los discursos de equidad, respeto, dignidad y juego limpio, qué bueno sería que a las damas del fútbol se les dé lo que merecen.
El único deporte de conjunto que tendrá Colombia en los Olímpicos será el fútbol femenino. Faltan 4 meses y no se conoce el plan de trabajo. ¿Será que se está aplicando la fórmula Pekerman de no hacer partidos de preparación antes de la competencia? Los hombres están jugando en sus clubes y en diferentes ligas; las damas esperan con paciencia, pues en Colombia no hay ni liga ni un torneo nacional organizado, sencillamente porque no ha habido voluntad de los dueños del fútbol.
Como país, no hemos superado la mirada machista. Más de uno cuando ve jugar a las chicas trata de buscarles el lado masculino. Pocos entienden que el fútbol femenino no es el mismo de hombres jugado por mujeres, sino que es fútbol femenino, con otros cuerpos, otra estética, otra condición técnica, otras estrategias; otro sentir. Es hora de superarlo y entenderlo. No es asunto de leyes ni de discursos: el deporte es con plata y con voluntad. Señores de la Federación: aunque muchos no lo acepten, ellas juegan más que los hombres.
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