Cuando ganar se vuelve costumbre
Por
Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" el 15 de octubre de 2012
Para
el deporte colombiano, ganar se volvió costumbre. La semana pasada no fue la
excepción. Los ciclistas hicieron la fiesta en Cali en la Parada Mundial de
Pista, el clavadista Alejandro Arias se colgó un bronce mundialista en el
certamen orbital de la categoría junior en Australia y la patinadora Luz Urrea
se metió al top 10 del mundial de artístico en Nueva Zelanda. Las 3 actuaciones
tienen significado de hazaña y refrendan una vez más el alto nivel que ha
alcanzado el país en los deportes individuales, donde ya es habitual ver el
tricolor en el podio; se volvió costumbre.
No
es que antes no se ganara. Lo que pasa es que ahora las buenas presentaciones
son más frecuentes. El detonante pareciera haber sido la histórica actuación
olímpica en Londres. Después del glorioso agosto del 2012, los ciclistas, los
patinadores, los clavadistas y representantes de muchos otros deportes han
conseguido destacadas figuraciones. Hasta la Selección Nacional de fútbol
pareciera haber recibido una inyección de sentimiento patrio y de actitud
ganadora luego de ver triunfar a Mariana, Caterine y demás medallistas
olímpicos. Desde entonces, los dirigidos por Pékerman también entraron en onda
ganadora.
Los
logros individuales tienen a Colombia sacando pecho por sus progresos
deportivos; pero no podemos olvidar que a nivel colectivo todavía no hay
grandes resultados. En los deportes de a uno, los triunfos pueden ser resultado
de procesos serios como en patinaje o ciclismo por ejemplo; pero la mayoría de
las veces son producto de esfuerzos particulares de los deportistas o de sus
padres de familia; o incluso se pueden dar por asuntos del azar. En los
deportes de conjunto es en los que realmente se puede mirar el progreso
deportivo de una nación en materia de estructura, organización y planeación.
Ahí, nos falta demasiado.
El
problema que tenemos ahora es el de la costumbre, que cuando se vuelve rutina
pasa desapercibida. Desde los Olímpicos, se nos volvió habitual ganar, y de
tanto hacerlo, pareciera que es tan normal que ya no le prestamos atención. Tal
vez sea por eso que ya no hay grandes
recibimientos, que no se preparan caravanas ni carros de bomberos y que ni siquiera
los políticos volvieron a aparecer para tomarse la foto y ganar popularidad de
cuenta de los deportistas. He ahí el problema de ganar tanto.
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