Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 22 de octubre de 2012
Durante casi 3 horas estuvo en la tarima firmando autógrafos y sonriendo para las fotografías. Después, atendió al alcalde del municipio que le entregó la Orden del Café. También hizo un recorrido protocolario en la pista para recibir una ovación. Finalmente, atendió a los medios de comunicación. Después, cuando la dejaron, pudo ir a la pista para ganar las dos mangas de clasificación y la final de su categoría en la Válida Nacional de Chinchiná.
Volvió a competir después de 2 meses y 4 días. La última vez había sido en Londres, en los Olímpicos. Esta vez, en Chinchiná, hizo lo que mejor sabe hacer: ganar. Eso sí, su carisma y su medalla le han generado unos compromisos como figura pública que son adicionales a los deportivos y que le demandan cada vez mucho más tiempo.
Mariana es de todos los colombianos, es nuestro orgullo, nuestra insignia, nuestra medallista y nuestra campeona. Así, en plural y en posesivo. Como si fuera poco su significado, tiene una personalidad angelical. No le niega a nadie una sonrisa, un saludo, una foto o unas palabras. Complejo compromiso para ella que desde que ganó en Londres tuvo que aceptar otra vida, la de ídolo.
Ayer comenzó oficialmente la ruta de Mariana hacia Río 2016. Ella sabe que el reto deportivo será mucho más difícil, porque todas en el mundo se prepararán para ganarle. Y el reto personal también será mayor: enseñarles a muchos deportistas en Colombia que mientras más grande en el deporte, más inteligente se debe ser para administrar la fama.
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