Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "Tiro Libre" del periódico QHubo el 10 de octubre de 2012
Publicado en la columna "Tiro Libre" del periódico QHubo el 10 de octubre de 2012
Hoy quiero hacer un comentario ligero, porque es una apreciación a la distancia y sin conocer detalles de fondo. Tiene que ver con la renuncia del profesor Comesaña al Deportivo Cali. Mi apreciación es sencilla: el técnico no aguantó más que el equipo no le quisiera marchar. Se fue porque no encontró eco en los jugadores, porque lo hicieron aburrir.
Lo digo sin tener mayor información de lo que pasa al interior del cuadro azucarero. Es una simple percepción luego de verle algunos partidos por televisión. Se me hace muy evidente; patético, dirían las señoras. A Comesaña, el grupo no le caminó. Literalmente, se le pararon en la cancha. Difícil realidad del fútbol: si el equipo no "le copia", el entrenador sobra. Si el jugador no quiere, no hay entrenador que valga.
Si me permiten otra ligereza, me atrevo a decir que en el fútbol colombiano se ha vuelto costumbre que los jugadores se impongan; que hagan lo que ellos quieran. Es otra percepción sin mayores argumentos de peso, que obedece a una expresión coloquial que le escucho decir en la gente del fútbol en repetidos espacios: hay jugadores capaces hasta de hacerle el cajón a su propio técnico. Para mí, eso fue lo que le pasó a Julio Comesaña.
Lo que no es ligero es pensar que el técnico siempre está en desventaja. Esa es una realidad. Generalmente, sus dirigidos gana más que él, asunto que no es normal en otras profesiones; está en la raya y no en la cancha, luego no resuelve las situaciones de forma directa; el equipo invierte en la ficha de sus jugadores, son de su propiedad, son su capital, mientras que en el técnico solo invierte el salario y no es más que un empleado; numéricamente siempre será más fácil sacarlo a él que a un grupo de jugadores; la frase “los contratan por buenos y los echan por malos” ha hecho carrera; y es el que siempre pone la cara ante el público por el funcionamiento regular del equipo, mientras el jugador puede esconderse en el camerino.
Difícil profesión, pero así está diseñada. Es otra de las particularidades del fútbol. En otros deportes de conjunto, el técnico tiene más peso, y más respeto de sus dirigidos. Eso sí, el del Cali es un caso extremo, pues pasan y pasan técnicos de todas las estirpes y ninguno logra echar raíces. Mejor dicho, pasan muy ligero.
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