El árbitro y la imperfección
Por Jhon Jaime Osorio
Publicado en la columna "Tiro LIbre", del periódico Q´Hubo el miércoles 4 de abril d 2012
El penal que le otorgó el árbitro Pontón a Equidad no fue penal, fue una simulación de Motta, que el árbitro asumió como falta y que perjudicó notablemente al Envigado. Después de cada fecha profesional, las polémicas por los arbitrajes son el tema central de los programas de radio y televisión. Sin embargo, como dirían las abuelas, “después de ojo sacado, no hay Santa Lucía que valga”. En Colombia, si el error del juez es muy notorio, lo sancionan a él, pero el club al que afectó su decisión sigue perjudicado.
En el fútbol, el árbitro siempre estará estigmatizado, será el antihéroe. Su naturaleza es ser arbitrario, como escribió Eduardo Galeano. Es un atleta completo, pues corre a la par de los 22 jugadores, y es quien representa la autoridad. En teoría, no tiene derecho a equivocarse. En la práctica, como humano, es imperfecto. Es un actor subjetivo y se convierte en el ser más vulnerable de la cancha. Para periodistas, aficionados, técnicos, directivos y jugadores sus decisiones siempre serán injustas, parcializadas, acomodadas o equivocadas.
Una cosa es el error de un delantero que se come un gol, o de un arquero que se resbala; muy diferente es que un tercero, con una decisión errada, acabe en un segundo con el trabajo planificado de un equipo. El jugador hace parte del juego y su labor está dominada por la pericia que tenga para desarrollarlo. El juez está en la cancha para garantizar que el juego sea lo más correcto posible, tiene una gran responsabilidad y debe estar preparado para ello; para eso le pagan.
No creo que ningún árbitro sea un criminal, como a veces afirman técnicos y jugadores acalorados. Tampoco creo que todos sean transparentes y nobles a la hora de pitar. Por vestir de negro, por tomar decisiones y por tener un pito siempre serán odiados; pero su obligación es tratar de hacerlo bien. ¿Y si se equivocan?, lo normal sería que lo reconocieran, pero la Dimayor no los deja hablar. ¿Por qué?
El fútbol es imperfecto. Si uno piensa mal, podría decir que es así para “manipular” el espectáculo; si uno piensa bien, podría afirmar que es así porque la real gracia del fútbol está en esa imperfección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario