¡Visca
el Madrid, hala el Barza!
Por Jhon Jaime Osorio
Publicada en la columna "Tiro Libre" en el periódico Q´ubo el miércoles 25 de abril de 2012
Lo que hace la globalización. Nunca en la historia del fútbol en
Medellín recuerdo haber visto tanto fervor y tanta pasión por un equipo foráneo
como ocurrió en esta semana con el clásico español y las semifinales de
Champions. Eso sí, se trata de un fanatismo, a mi juicio, exagerado, y con el
característico toque criollo que mezcla el humor y el insulto en cantidades
iguales y, a veces, irracionales.
Que a uno le guste cómo juega el Barcelona o el Madrid es apenas
natural; el fútbol es universal y se trata de dos de los mejores equipos de
mundo. Que muchos usen la camiseta, en muchos casos pirata, es un ritual que
hace parte de la pasión que este deporte despierta. Que llenemos las redes
sociales de chistes y burlas en contra del equipo que no nos gusta, o del que
perdió, es un deporte nacional, como buenos latinos le buscamos la gracia a
cualquier situación. Pero que pasemos al insulto, al maltrato y hasta a la
agresión física, por el resultado de un partido entre equipos españoles, son ya
actitudes patéticas, absurdas y ridículas.
La identidad con una divisa puede traspasar fronteras y superar
distancias, al fin de cuentas es un asunto ideológico y no territorial. Nos
volvemos hinchas por una búsqueda de referentes, por una permanente
construcción de nosotros mismos. La tradición familiar, la de la ciudad
de origen, la clase social, el estilo de juego, la presencia de un jugador, el
nombre, los colores de la camiseta, o
simplemente una moda, como pasa ahora con los dos equipos españoles, son pretextos
para volverse hincha. Lo que no es válido es asumir ese fervor como excusa para
sacar a relucir una condición irracional, y sin eufemismos, animal.
Gracias a las telecomunicaciones, hoy estamos "muy cerca"
de los equipos europeos. De ahí, a dejar salir un instinto salvaje por el “amor”
a un equipo de moda creo que no hay consideración válida. Por mi parte, no soy
hincha de ninguno de los dos. Cada que juegan, me divierto viendo el fútbol
bien jugado. Por eso, no me importa confundir los estribillos: ¡visca el Madrid!,
¡hala el Barza! Para el caso, es lo mismo.
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