Los derechos de formación de Teo
Por Jhon Jaime Osorio
Publicada en la columna Tiro Libre, en el periódico QHubo el miércoles 18 de abril de 2012
¿Cuánto pagaría el Junior de Barranquilla en su momento por los derechos de formación de Teófilo Gutiérrez? Seguramente una cifra mínima frente a lo que recibió por la venta de sus derechos deportivos al empresario que lo llevó a Turquía y Argentina. Si los derechos de formación tuvieran el apellido “integral” seguramente el Junior estaría reconociendo hoy que esa platica, sencillamente, se perdió.
El deporte en estado puro enseña valores y reafirma elementos de socialización como el trabajo en equipo, el respeto a la autoridad, el compañerismo y el juego limpio; asuntos esenciales y no discursivos de las prácticas atléticas. El fútbol, en algunos casos, pareciera ser la excepción.
Teófilo tiene en las piernas todo lo que un jugador necesita para triunfar; pero le hacen falta en la cabeza algunos principios y valores que todo ser humano requiere para convivir. Es talentoso y goleador; pero tiene una personalidad conflictiva y problemática. Tuvo inconvenientes de disciplina en Barranquilla, en Turquía no se adaptó, en la selección Colombia de la Copa América generó incomodidad porque exigía la titular y el fin de semana, luego de varios incidentes, fue despedido del Racing por un escándalo de camerino.
La reiteración en problemas señala que la dificultad está en él, en su forma de ser, en su manera de asumir la vida, en su estructura de base, en su formación. Lo triste es que Gutiérrez no es la excepción. Medina, Castillo, Cardona, entre otros, han hecho parte de una lista extensa de futbolistas colombianos que teniéndolo todo para triunfar, desperdician su corta vida deportiva al no controlar asuntos de personalidad con carencias de formación.
Si de buscar culpables se trata, la familia, el entorno, la escuela de fútbol y la sociedad misma encabezan la lista. Pero si se buscan es soluciones, la inmediata es que los clubes profesionales inviertan un poquito de su utilidad en la formación integral de sus deportistas. ¿Por qué solo gastan en formación técnica sabiendo que un futbolista con un mal comportamiento les pone en riesgo su capital? En ese caso, es un asunto de rentabilidad, y si los directivos no piensan en las personas por lo menos deberían pensar en el negocio.
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