¿Irracionalidad o salvajismo?
Por jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" el viernes 6 de julio de 2012
Publicado en la columna "De largo aliento" el viernes 6 de julio de 2012
La noticia fue presentada como una curiosidad y no se si me dejó aterrado el hecho como tal o su clasificación: algunos hinchas del Unión Magdalena apedrearon la casa de Oliver Fula, el jugador que malogró el último cobro del cuadro samario desde el punto penal, en la definición ante América del ganador del Torneo Postobón 1, el pasado miércoles en Cali.
Esta es otra de las ilógicas, censurables e inexplicables reacciones que genera el fútbol cuando la pasión desborda la razón; pero también es muestra del deterioro al que llega la condición humana que, escudada en el fútbol, aprovecha para la ofensa y la agresión por cualquier motivo.
Creo que el noticiero se equivocó: no se trata de una noticia curiosa, nada tiene de eso. Más bien, es un hecho atroz, que no puede generar ni sonrisas ni sorpresa; así los daños hayan sido solamente materiales, como lo advirtió el mismo medio de comunicación. ¿A cuántos hechos como éste, a cuántas agresiones, a cuántos daños materiales, a cuántos insultos, a cuántos atentados, a cuántos enfrentamientos con la policía, a cuántos actos vandálicos tendremos que acostumbrarnos en nuestro fútbol?, ¿a cuántas “noticias curiosas” nos vemos sometidos a diario por culpa de una sociedad que no acepta el fútbol como lo que es y lo vuelve pretexto para todo?
¡Qué pena!, pero hasta para la violencia somos folclóricos. No se imagina uno a un hincha del Madrid atentando contra la casa de Sergio Ramos porque malogró el penal ante en Bayern en la Liga de Campeones, o a un portugués descargando su ira contra la casa de Bruno Álvez, por la impotencia que sintieron en su país tras la eliminación en la semifinal de la Eurocopa. En ambos casos, también los jugadores mencionados erraron sendos penales en series de definición.
En el fútbol, como en la vida, un penal lo falla cualquiera, un gol se lo come cualquiera o un error lo comete cualquiera. Es un juego; y el erro hace parte de él. Pero no cualquiera se vuelve irracional por un error en el fútbol; debe ser un completo animal. O bueno, debe ser cualquier animal. Y para pena nuestra, colombiano.
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