Ecos de una goleada
Por
Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 28 de septiembre de 2012
Que
estaban cansados, que faltó compromiso, que se les cayó la moral muy rápido,
que bajaron los brazos muy temprano, que fue un accidente, que Millonarios tuvo
una mala tarde, que el técnico planteó mal el partido desde lo táctico, que los
jugadores no lo asumieron el juego con seriedad… todo tipo de disculpas se han
escuchado para un 8-0 categórico, contundente e inmisericorde al que solo le
cabe una explicación: a nivel de clubes estamos muy lejos del nivel
internacional.
Lo
primero también es cierto. Parafraseando la canción de Niche, al Millos de ayer
no se le vieron las ganas, no se le vio la voluntad y no se le vio el deseo.
Eso es grave. Pero no puede ser esa la justificación de una derrota que puso en
evidencia la gran debilidad que tiene nuestro fútbol de clubes.
El
problema no es que Millonarios haya perdido y que su presentación haya sido
caótica. Muchos menos podemos creer que la imagen de nuestro fútbol se va a ir
al piso por ese resultado. En el suelo está hace mucho rato. Nuestro fútbol de
clubes, en amistosos o en torneos continentales, para el caso es lo mismo, cada
vez demuestra que no está al nivel de los demás países suramericanos y que día
a día se aleja más del nivel de los clubes europeos.
Si
de argumentos se trata bastaría con mirar los títulos en Libertadores, en
Suramericanas y en Merconortes; son escasos. También podríamos repasar lo
ocurrido en las últimas presencias internacionales a nivel de clubes; los
equipos colombianos se quedan en las primeras fases.
La
distancia entre el Madrid y Millonarios es abrumadora; la visita del Atlético a
Colombia hace poco también había puesto en evidencia esa lejanía entre nuestro
balompié criollo, lleno de individualidades brillantes, pero muy débil a nivel
de clubes. Celebremos el momento estelar de Falcao como mejor goleador de la
Liga española, pero revisemos muchas cosas en nuestra Liga criolla.
Ya
no más disculpas. Antes que nada, comencemos por aceptar que estamos muy lejos,
que nos falta competitividad y que eso no solo tiene que ver con la actitud, el
talento o la suerte; sino que tiene mucho para revisar en organización, sistema
de campeonato y dirigencia.