viernes, 28 de septiembre de 2012

De largo aliento (28 de septiembre de 2012) - Ecos de una goleada


Ecos de una goleada
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 28 de septiembre de 2012

Que estaban cansados, que faltó compromiso, que se les cayó la moral muy rápido, que bajaron los brazos muy temprano, que fue un accidente, que Millonarios tuvo una mala tarde, que el técnico planteó mal el partido desde lo táctico, que los jugadores no lo asumieron el juego con seriedad… todo tipo de disculpas se han escuchado para un 8-0 categórico, contundente e inmisericorde al que solo le cabe una explicación: a nivel de clubes estamos muy lejos del nivel internacional.

Lo primero también es cierto. Parafraseando la canción de Niche, al Millos de ayer no se le vieron las ganas, no se le vio la voluntad y no se le vio el deseo. Eso es grave. Pero no puede ser esa la justificación de una derrota que puso en evidencia la gran debilidad que tiene nuestro fútbol de clubes.

El problema no es que Millonarios haya perdido y que su presentación haya sido caótica. Muchos menos podemos creer que la imagen de nuestro fútbol se va a ir al piso por ese resultado. En el suelo está hace mucho rato. Nuestro fútbol de clubes, en amistosos o en torneos continentales, para el caso es lo mismo, cada vez demuestra que no está al nivel de los demás países suramericanos y que día a día se aleja más del nivel de los clubes europeos.

Si de argumentos se trata bastaría con mirar los títulos en Libertadores, en Suramericanas y en Merconortes; son escasos. También podríamos repasar lo ocurrido en las últimas presencias internacionales a nivel de clubes; los equipos colombianos se quedan en las primeras fases.

La distancia entre el Madrid y Millonarios es abrumadora; la visita del Atlético a Colombia hace poco también había puesto en evidencia esa lejanía entre nuestro balompié criollo, lleno de individualidades brillantes, pero muy débil a nivel de clubes. Celebremos el momento estelar de Falcao como mejor goleador de la Liga española, pero revisemos muchas cosas en nuestra Liga criolla.

Ya no más disculpas. Antes que nada, comencemos por aceptar que estamos muy lejos, que nos falta competitividad y que eso no solo tiene que ver con la actitud, el talento o la suerte; sino que tiene mucho para revisar en organización, sistema de campeonato y dirigencia.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tiro libre 27 - El tema no son los títulos, sino la ética


El tema no son los títulos, sino la ética
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "Tiro libre" de periódico Qhubo el 26 de septiembre de 2012

No se engañemos: el tema de fondo no es la devolución de los títulos de Millonarios. Tal vez ni lo hagan, pero el solo hecho de pensarlo y decirlo públicamente armó una gran polémica. Como casi siempre en los asuntos del fútbol y del país, la discusión se quedó en la superficie, en la acción, y no fue al fondo del tema, a las causas y a las implicaciones que tiene el anuncio. Para mí, lo que emerge de fondo es una relación nunca antes tocada entre ética y fútbol, que gracias al señor Gaitán nos tiene que poner a pensar.

Sobre el tema, hago tres apuntes concretos. Lo primero es que el narcotráfico de los 80 permeó muchas actividades en Colombia y seguramente el fútbol no fue la excepción. Lo segundo es que como la mayoría de las acciones de la mafia en esos años, las pruebas sobre su presencia en el balompié no existen, fueron borradas o están ocultas; lo que impide cualquier acción legal. Y lo tercero es que las declaraciones del presidente de Millonarios revolcaron sentimientos y envidias, y despertaron fantasmas y mitos de un tema triste y penoso de nuestra historia.

Por lo anterior, insisto en que el tema no es si se devuelven o no los títulos de Millos, ni cuál equipo tiene más títulos dudosos. Ni Gaitán aseguró  que sea un hecho, ni afirmó que lo oscuro de las dos estrellas ochenteras esté comprobado. La propuesta invita a mirar al pasado, esculcar en la historia y, sobretodo, revaluar un tema al que el país futbolero le había echado tierrita por temor o conveniencia, proponiendo auto-sanciones por posibles pecados de esos tiempos oscuros, es de por sí una invitación a pensar éticamente. Invita a la reflexión, al debate, a la sana discusión sobre la transparencia del fútbol. Gran aporte del presidente azul.

A diario nos quejamos de que el fútbol está contaminado. Dudamos de los directivos, de los periodistas, de las barras, de los árbitros, de los empresarios y de los patrocinadores. El domingo, por ejemplo, todos reclamábamos trasparencia en los arbitrajes. Ayer nos hablaron de transparencia en la historia y más de uno dijo que era inapropiado, atemporal, innecesario, desfasado y peligroso. ¿Entonces? Por doloroso que sea, si el fútbol tiene sus “fosas comunes”, hay que abrirlas y empezar la reparación. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

De largo aliento (24 de septiembre de 2012) - Garrote para Bedoya, ¿y la zanahoria para Vélez?


Garrote para Bedoya, ¿y la zanahoria para Vélez?
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo, el 24 de septiembre de 2012

Todo el garrote ha sido para Gerardo Bedoya. Se lo merece. La patada en el piso a un rival es un acto censurable y debe tener una sanción ejemplarizante. En eso no hay discusión. En las redes y en los medios, la indignación ha sido total. Ahí me sumo. Ese tipo de actos antideportivos atentan contra el juego e incitan a la violencia en la cancha y en la tribuna. Son lamentables. El garrote nacional es para Bedoya. Estoy de acuerdo. Sin embargo no nos quedemos en lo mismo, en la desafortunada acción del jugador; ¿qué tal si miramos, por ejemplo,  la actuación de Adrián Vélez, el árbitro del clásico capitalino? El reto que tuvo en el momento de la acción de Bedoya y en la bronca que esta desató fue bastante complicado. Sí, garrote para Gerardo, pero vale la pena darle zanahoria al juez del compromiso. Manejó profesionalmente la situación.

Cuando el árbitro es protagonista por sus errores, el periodismo, los jugadores, los técnicos y la afición le caen con todo. Lo critican, lo califican mal y hasta lo vetan. Cuando tiene un reto complejo, difícil, y demuestra toda su capacidad nadie se acuerda de él. Desde el sábado estamos hablando de la irresponsabilidad de Bedoya y Cardona, y de la manera como se dejó provocar Torres; pero nadie se ha detenido a pensar, qué habría sido del clásico bogotano si Adrián Vélez no interviene como lo hizo, para controlar el juego.

Una vez finalizó el primer tiempo en El Campín, los comentaristas y analistas arbitrales de los diferentes medios mencionaron a Vélez solo para decir que había cometido un error: adicionó 2 minutos y debían ser muchos más. Nadie se acordó que por su intervención asertiva el problema no pasó a mayores.

Algunos dirán que el árbitro está para aplicar el reglamento, que para eso le pagan y que eso fue lo que hizo. Es verdad. Pero la situación que tuvo que afrontar después de que Bedoya, ya expulsado, le metió el puntapié salvaje a su colega, fue inusual y peligrosa. Algo gravísimo pudo pasar. Vélez mostró autoridad, conocimiento, seguridad y temple. Evitó que el juego terminara en una batalla campal; y siendo más dramático, en un desastre. Solo por el manejo que le dio a esa acción se merece un 10 aclamado; así los analistas le hayan dado 7. Zanahoria para Adrián Vélez. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

De largo aliento (21 de septiembre de 2012) - Fecha de clásicos: alerta naranja


Fecha de clásicos: alerta naranja
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 21 de septiembre de 2012

Llegó la fecha de clásicos en el torneo profesional del fútbol colombiano. Los enfrentamientos regionales que otrora eran motivo para preparar la fiesta y organizar el grupo de amigos, hoy en día son un gran dolor de cabeza para las administraciones municipales. Es triste, pero cada que llega la fecha nueve, en todo el país toca prender la alerta naranja en las ciudades; porque cualquier cosa grave puede ocurrir.

Cuando los profundos problemas sociales empezaron a ocupar el escenario del fútbol, el pensamiento salomónico de muchos, entre los que me incluyo, era que el empate era el resultado más conveniente para evitar ánimos caldeados  y una que otra riña. Clásico en empate es clásico en paz, pensábamos. Sin embargo, esta teoría sucumbió rápidamente ante el descontrol social que dejó de ser un problema del estadio, en el que se han ido implementando todo tipo de medidas policivas, y se convirtió en un problema de toda la ciudad.

La rivalidad es natural en el deporte. La competencia necesariamente la implica. Pero sobrepasar los límites simbólicos que supone del enfrentamiento deportivo, para asumir la agresividad extrema y llegar a la barbarie son asuntos irracionales, excesos que infortunadamente  son comunes a casi todas las sociedades modernas.

Desde el miércoles comenzó la tensión. Basta revisar un poco las redes sociales como Facebook o Twitter para leer todo tipo de improperios e insultos. También se pueden recorrer los sitios de venta de boletas, o pasar por lugares de encuentro de algunas barras para tener la dimensión de la preparación que hoy se hace para los clásicos. Ya no se preparan fiestas sino guerras. En Medellín, en Bogotá, el eje cafetero, o cualquier rincón del país, los barrios se vuelven trincheras gigantes donde cada bando prepara su emboscada. Suena crudo, pero no es exageración.

No tiene sentido que cada que se acerque un clásico las ciudades tengan que triplicar fuerza policial y la ciudadanía tenga que vivir viva en medio de una fuerte tensión. El control no puede ser asunto solo de la autoridad, porque siempre excederá su capacidad. Debe involucrar a todos los actores, que en este caso son los grupos organizados de hinchas, los clubes, los árbitros, los dirigentes y los medios. Ya que están de moda los diálogos de paz, recordemos que el primer paso llegar a ella es reconocer que estamos en conflicto. En el fútbol, particularmente para los clásicos, lo estamos. Ojalá el domingo no pasemos de la alerta naranja a la roja. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Tiro Libre 26 - Algo pasa en Nacional


Algo pasa en Nacional
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna Tiro Libre del periódico Qhubo el 19 de septiembre de 2012

A Nacional le pasa algo y no es un problema puntual. Es una historia que con títulos o sin ellos se repite cada temporada. El fútbol del equipo no llena la retina de sus hinchas y la expectativa generada con la conformación del plantel se diluye con el pasar de los partidos. Es una constante cada temporada. No es asunto de resultados, sino de desilusión por el juego.

El equipo verde siempre es de los que más invierte en contrataciones. Es una organización con músculo financiero y por ello puede armar nóminas costosas; situación que pone a sus hinchas a soñar con más títulos y mejor fútbol. Lo primero no siempre se cumple, pero igual el equipo suma copas y mantiene su estatus de club ganador. Lo segundo es lo que causa múltiples desengaños; no por la propuesta en sí, sino por la disposición, por la actitud de los jugadores en la cancha, que en algunos casos deja mucho que desear.

El fondo no pasa por el técnico. Osorio, Escobar, Santa, Cabrero, Suárez y de ahí para atrás muchos más han padecido el asunto. Cada uno le ha dado su toque táctico a la institución, pero aunque han hecho todo tipo de esfuerzos ninguno ha podido dar con el 11 ideal para correr, jugar bien, ganar y sobre todo, convencer totalmente a una afición numerosa y exigente. El domingo pasado fue Osorio el que advirtió que hay jugadores que no están dando lo que él y la afición esperan; nada nuevo en la historia del equipo verdolaga.

Para muchos, prender las alarmas sobre el tema puede sonar exagerado, pues apenas van 8 jornadas de la Liga y el equipo está a un solo punto del octavo lugar. Cierto. Además, si el equipo gana el clásico del fin de semana y juega bien, más de uno dirá que estas líneas no tenían fundamento. De acuerdo. Si queda campeón, y tiene con qué, me tildarán de negativo. Lo acepto. Incluso, más de uno me cuestionará que hable de Nacional y no me refiera a otros equipos que están en la misma condición matemática o deportiva. Hasta tienen razón.  Eso sí, que algo pasa en Nacional, que es una constante años tras año, y que la alta inversión no se refleja en la cancha, no creo que tenga mucha discusión. ¿O sí? Invierten mucho, gana lo suficiente, pero se entregan poco. ¿O no?

lunes, 17 de septiembre de 2012

De largo aliento (17 de septiembre de 2012) - Asunto de Estado y asunto de gobernantes

Asunto de Estado y asunto de gobernantes
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo, el 17 de septiembre de 2012

Hace poco, cuando terminaban los Olímpicos, los analistas desglosaban la medallería a favor de una vieja tesis que dice que el desarrollo de los pueblos puede medirse por sus resultados deportivos. Mostraban, por ejemplo, que de los países miembros del G8, que son las naciones de mayor peso político, económico y militar a nivel mundial, hubo seis entre los primeros ocho puestos. No quiero defender ni atacar la tesis, pero sí traerla al contexto nuestro, cuando faltan escasos 47 días para que se inicien los XIX Juegos Nacionales.

Los Juegos no miden solamente el trabajo de los deportistas para buscar unas medallas sino el desarrollo de sus regiones y el liderazgo de sus gobernantes y, a la vez, de sus pueblos. De allí su importancia más allá de los coliseos y las pistas. Históricamente, el poderío deportivo en Colombia ha sido una lucha entre Antioquia, Valle y Bogotá. Es indiscutible que esas “potencias” son las regiones con los mayores índices de desarrollo económico y social.

Entre lo que pasa en el mundo y lo que pasa en el país hay una diferencia fundamental que hace que la vieja tesis tenga que ser mirada con beneficio de inventario. En el mundo, los países que pelean los Olímpicos tienen unas políticas y unas infraestructuras deportivas diseñadas al largo plazo, y piensan la alta competencia como una actividad de representación, identidad e indicador de desarrollo. En Colombia, los departamentos no tienen esa mirada, el trato a esta actividad depende de la voluntad del gobernante de turno y, la mayoría de las veces, es secundario para entre las prioridades que ellos definen.  En  las potencias mundiales, el deporte es asunto de Estado; en Colombia, asunto de gobernantes.   

Los Juegos, por su ubicación en el inicio del ciclo olímpico, coinciden con el cambio de gobierno en las administraciones departamentales y terminan mostrando la gestión del administrador anterior y no la del recién llegado. Basta con recordar que el Valle estuvo 4 meses sin gobernador en propiedad, que en Bogotá se demoraron 5 meses para nombrar director del IDRD y que en Antioquia la mirada hacia la alta competencia no ha sido clara. Sin embargo, estos asuntos no impedirán que sean estas 3 las delegaciones que peleen el título.

Lo triste es saber que a 47 días del inicio, ya sí muchos departamentos anuncian aportes, apoyos e inversiones para conseguir medallas. Recuerden que las medallas no se consiguen sino que se construyen. 

sábado, 15 de septiembre de 2012

De largo aliento (14 de septiembre de 2012) - Estamos en el mundial… y con muchas posibilidades

Estamos en el mundial… y con muchas posibilidades
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 14 de septiembre de 2012

Está por comenzar un mundial en el que Colombia puede aspirar a ser campeón. Obviamente, no es el de fútbol, deporte en el que nos falta mucho camino por recorrer; al punto que todavía no hemos clasificado; y hace 14 años que no lo hacemos. Tampoco es el de Patinaje, que todavía se está corriendo en Italia y aún sin terminar, el título ya es de los colombianos; es la tercera vez consecutiva que se consigue. Se trata del mundial de ciclismo en ruta, un deporte de muy alta competencia, en el que el país siempre ha sido protagonista; y en el que las circunstancias  del momento nos hacen soñar con una nueva camiseta arcoíris para ratificar que el símbolo de nuestro deporte nacional es redondo y rueda, pero no es un balón.

En Valkenburg, Holanda, podría escribirse, en ocho días, otra página gloriosa de las tantas que nos ha regalado el ciclismo. Reto complicado, pues para hacerlo, habrá que superar el podio completo de la Vuelta a España, a los mejores corredores del Tour, a la legión británica que tienen la espina de la prueba olímpica en su casa, en la que no lograron medallas; a Bélgica, que tiene un equipo fuerte, a los italianos, que siempre serán la rueda a seguir en los Mundiales y a un colectivo completo con los mejores pedalistas del mundo. Claro, entre ellos están colombianos, en un momento que permite soñar.

No es de ahora. Colombia siempre ha estado en las grandes ligas del ciclismo. Siempre ha sido protagonista y sus títulos así lo ratifican. Aunque también ha tenido momentos inciertos, cosa que es apenas natural en un país donde las carreteras son malas, el apoyo de la empresa privada es fluctuante y la política de estado para el deporte es eso, política.

Si Colombia gana es por capacidad; por el respeto que se han ganado Urán, Henao y los demás nacionales en el lote ciclístico mundial; por una nueva generación de ciclistas que ha encontrado en la bicicleta un proyecto de vida; y porque el ciclismo colombiano durante años ha sido fiel a su estilo. Si no gana, no habrá drama. Es una posibilidad. El lote ciclístico mundial es demasiado fuerte y competitivo.

Para buscar la gloria en el mundial, no importan los 25.000 o 30.000 kilómetros acumulados en la temporada. Con los pedalistas nacionales uno sabe que ganen o pierdan salen a la carretera a entregarlo todo… y esta vez será por el país. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Tiro Libre 25 - Mucho toque-toque y mucho de aquello


Mucho toque-toque y mucho de aquello

Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "Tiro Libre" del periódico Qhubo el 12 de septiembre de 2012

Con el juego ante Chile quedó claro una vez más que el toque-toque es la esencia del fútbol colombiano. Es la partitura ideal para nuestros intérpretes, el sentir de los jugadores. Es lo que nos ha caracterizado ante el mundo. Pekerman entendió rápido que tocarla y tenerla es parte de nuestra idiosincrasia futbolística. Ahí está su virtud como seleccionador. Esta vez, incluyó jugadores con buen manejo en todas las líneas, y por eso, Colombia recuperó su esencia.

Después de estos dos juegos queda claro que el "ganar como sea", promovido por muchos, es una apuesta de mediocres y de facilistas. Buscar el estilo, fortalecerlo y aprovecharlo es más riesgoso, pero al final, más satisfactorio.  En el fútbol, hay que ganar, empatar o perder con la de uno. Como en la vida, el asunto es de identidad y no de simples resultados.

Algo bueno le tiene que quedar de lección a un país cuando el equipo nacional expresa en la cancha lo que su país es. Cuando se gana con propuesta, con estilo, con la pelota. Somos una sociedad rebuscadora, creativa, heterogénea, aguantadora y alegre; y como propuesta futbolística, tener la pelota nos posibilita expresar estas particularidades en una cancha. Ya lo sabíamos, dirán muchos, pero no lo habíamos aplicado.

El toque-toque que nos clasificó a 3 mundiales nos empezó a enderezar el camino hacia Brasil. Esta vez, con mucho de aquello, con una cuota goleadora altísima, como nunca antes la habíamos tenido.

Colombia recuperó la memoria, se acordó. Lo logró gracias a Pekerman. El técnico argentino le tapó la boca a un país que se ocupaba de su silencio, de sus nóminas y de sus métodos, pero que poco le preguntó por su lectura del fútbol nuestro. Hoy es día para aplaudirle y reconocerle a Pekerman. Ah, pero como otra característica nuestra como sociedad es la ingratitud, nada raro que no lo hagamos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

De largo aliento (10 de septiembre de 2012) - Serna y Fuentes para pensar


Serna y Fuentes para pensar
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 10 de septiembre de 2012

Elkin Serna abrazó ayer el tricolor nacional al final de la maratón preolímpica para hombres con discapacidad visual luego de ganar la medalla de plata. Fue una alegría repetida, pues la misma emoción la había vivido 4 años atrás en Beijing. Días antes, el nadador Moisés Fuentes había conseguido una medalla igual en los 100 metros pecho de la natación para atletas con discapacidad motriz en sus piernas. Colombia ocupó el puesto 61 de una olimpiada que es un poco silenciosa en nuestro país, unos olímpicos de los que poco se habla en Colombia porque nuestra cultura deportiva no alcanza para hacerlo.

El deporte en cualquiera de sus manifestaciones es una actividad promotora de valores; pero el deporte paralímpico es la mejor muestra de la grandeza del ser humano. Es deporte en estado puro. Los Paralímpicos son una invitación al aprovechamiento de las múltiples capacidades que tenemos, una lección de que para el ser humano no hay límites.

El problema está en que en que esa lección nos llega fragmentada a los colombianos. Nos llega de a poquitos. Los medios se ocuparon de los Paralímpicos solo para hablar de la competencia; para dar resultados. Ayer y hoy hay espacios amplios para reseñar el segundo lugar de Serna, como los hubo para Fuentes; pero muy poco lugar tiene reflexión de fondo que amerita una demostración de capacidad como la hecha por estos dos y por los otros 37 colombianos que participaron en los Juegos.

¿El problema es de los medios?, claro que no. Es nuestro como sociedad. Si los directivos del deporte entregan unos viáticos de menor cuantía a los deportistas paralímpicos en comparación con los que entregan a los deportistas olímpicos es porque hay una mirada diferente. Si los medios no hablan de los paralímpicos es porque los valoran con otro rasero. Si nuestras ciudades no están hechas para permitir el tránsito de las personas con limitaciones es porque sus administradores discriminan. Y si en los escenarios deportivos, cuando hay competencias de discapacitados no hay público es porque no hemos aprendido como cultura lo que allí se puede aprender.

Claro, si en un país como el nuestro no valoramos muchas disciplinas y prácticas convencionales; mucho menos lo haremos con el deporte paralímpico, que lo seguimos viendo como algo marginal… es problema de estructura, de sociedad.  Somos unos limitados en cultura deportiva. 

viernes, 7 de septiembre de 2012

De largo aliento (7 de septiembre de 2012) - ¿A QUÉ JUGAR?


¿A QUÉ JUGAR?
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 7 de septiembre de 2012

¿A qué debe jugar hoy la selección  Colombia de fútbol? Difícil de responder. Si la pregunta fuera con la Selección Uruguaya, la respuesta sería obvia: a mostrar su garra. Si fuera con Brasil, uno respondería que deben mostrar el Jogo Bonito que hace rato exhibe. Con Paraguay uno sabe que no hay una diferente a la del balón aéreo en el área. Si la pregunta fuera incluso con Perú, uno diría que tiene la respuesta.  Con Colombia, uno se complica.

Algunos pensarán que la pregunta no tiene lugar, que en las circunstancias  actuales, las respuestas saltan a la vista y son demasiado obvias: a ganar como sea, a atacar a Uruguay, a tener el balón y hacer daño con él… No, la pregunta que hago no es la obligación el momento, no es una inquietud de circunstancia. Mi pregunta va a la esencia, al estilo, a la forma general. Mi pregunta es por algo que la selección nuestra no tiene y otras sí: a la identidad. Digamos que mi pregunta va al sentir del equipo; no a la disposición en la cancha ni a las necesidades inmediatas.

¿Quiénes somos en el fútbol?, ¿a qué juega generalmente un equipo nuestro?, ¿cuál es la relación de este juego de pelota con lo que somos como país?, ¿qué queremos ser?, ¿qué interpreta nuestro juego? Esa es la búsqueda permanente de un individuo o una organización. El fútbol no es la excepción.

Hace algunos años, cuando clasificábamos a los mundiales, cualquiera en el mundo sabía que Colombia era un equipo de toque – toque, de tenencia de la pelota, de buen trato al balón y de pocos goles. En esa época, el fútbol colombiano tenía identidad. Sin importar quién dirigiera, el equipo jugaba a lo mismo. Obviamente, dependiendo de las individualidades y de las circunstancias del partido, el funcionamiento cambiaba; pero la identidad no se perdía.

No soy un romántico empedernido. No estoy pidiendo que volvamos al toque – toque. No. Estoy preguntando ¿a qué debe jugar Colombia? La identidad de hoy tiene que ser diferente a la de hace 20 años pues el país ha cambiado, y su fútbol también. Hemos cambiado tanto que ya no sabemos para dónde vamos, qué queremos, o cuál debe ser el norte. No tenemos identidad. Nos conocen en el mundo por nuestras individualidades; pero como dicen los muchachos en el barrio: no nos conocen el juego. Ojalá hoy mostremos algo esencial y no solo lo circunstancial. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tiro Libre 24 - No es “para Falcao” sino “con Falcao”


No es “para Falcao” sino “con Falcao”
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "Tiro Libre" del periódico QHubo el 4 de septiembre de 2012

A escasos dos días del juego por eliminatorias ante Uruguay en la calurosa Barranquilla, la idea que me ronda la cabeza es un asunto gramatical. Tiene que ver con el uso de las preposiciones: la selección Colombia no debería jugar para Falcao sino con él.

En mi concepto, no se puede armar un equipo para girar en torno a un solo jugador. El fútbol es un deporte de conjunto y querer jugar para el lucimiento de un elemento en particular no es estratégico. Ni Argentina juega para Messi, ni Portugal para Cristiano, ni Brasil para Neymar. Estas 3 selecciones tienen claro que no se trata de sacrificar el juego del equipo por un jugador, aunque su aporte sea fundamental. Más bien, son ellos, integrados al conjunto, los que hacen que sus oncenos jueguen bien, que sean productivos. Con ellos  aportando al colectivo, y viceversa, se nota mucho más el trabajo de los 11.

Si los 11 se complementan bien, cada uno puede brillar; y el que anda mejor que todos con mayor razón lo hará. En el caso de Colombia, no se trata de tirarle muchos centros a Falcao ni de entregarle más veces el balón; se trata de que Falcao esté cómodo en el área, que el balón le llegue cuando él esté en posición de gol, que él no tenga que venir a la mitad de la cancha a rebuscarse la pelota porque ésta nunca le llega a la posición en la que juega. Hay que jugar “con Falcao”, y eso es distinto a jugar “para él”.

Falcao está en su mejor momento y es hoy por hoy uno de los grandes goleadores del mundo; su capacidad debe estar al servicio del conjunto y el grupo debe aprovechar su talento. Tal vez la diferencia sea la forma de decirlo: si la Selección tiene más volumen de ataque, si pisa más el área, si es más ofensiva, Falcao, o cualquier otro delantero centro será más protagonista. No aprovechar su momento sería un error; pero no aprovechar su presencia en el área es un pecado que se ha cometido de manera reiterativa.

La opción es una sola: ganar. Para lograrla, hay que jugar con Falcao. Para que ésto se dé: hay que atacar. No veo otra forma. No la veo, profesor Pekerman. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

De largo aliento (3 de septiembre de 2012) - ¿Pasó rápido la fiebre?


¿Pasó rápido la fiebre?
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 3 de septiembre de 2012

Hace apenas 3 semanas que terminaron los Juegos Olímpicos. Hace 2, todavía había carrozas, promesas, discursos, tarimas, abrazos, fotos, grandes titulares y desfiles en torno al deporte. Hace una, la fiebre empezó a ceder, y hoy lunes siento como que si país hubiera dejado atrás todos los síntomas provocados por los deportistas para volver a su normalidad.

No lo digo por los deportistas Olímpicos, que siguen siendo grandes referentes y son invitados permanentes a todo tipo de eventos. Con ellos, la fiebre bajó mucho, pero todavía se siente; particularmente en las calles, en el ciudadano común. Eso sí, las emocionales promesas políticas de un ministerio, apoyos a granel, becas, casas, pistas y escenarios se van quedando peligrosamente calladas con el pasar de los días.

Creí que esa fiebre nos iba a contagiar por buen rato, que el deporte iba a ser una epidemia nacional; pero no lo fue. Después de las 8 medallas de Londres, hemos visto lograr para el país un título mundial de Ultimate, dos oros y una plata en los mundiales de ciclismo juvenil, la primera medalla de Colombia en un mundial de Racquetball y el subtítulo ayer el Tour de L´Avenir, entre otros logros  importantes. Todo esto en 3 semanas; sin mucha prensa, sin grandes transmisiones y sin carrozas, desfiles y tarimas. Bueno,  y también si promesas.

No estoy queriendo decir con esto que cada que se gane algo en el deporte mundial el país deba paralizarse; pero sí al menos debería sentirse orgulloso. O dicho de otra forma, el país no debería pasar de agache ante sus títulos deportivos; como lo ha hecho en algunas de estas hazañas.  Después de los Olímpicos, siento que particularmente en los medios y en nuestra dirigencia política hemos vuelto a la cotidianidad de siempre, a ignorar de tajo los deportes como actividades que generan identidad nacional y que dan representación. 

De ese marasmo de siempre solo nos libró Falcao García; que puso al país en el primer renglón del fútbol mundial  gracias a sus tripletas. Al menos el fútbol sigue siendo enfermedad nacional. Recemos para que con el aporte del Tigre, el viernes el juego de eliminatoria nos provoque otra fuerte fiebre de alegría, que no sea pasajera, y que no vayamos a tener otro dolo nacional, como el que nos ha provocado la selección durante años. Por ahora, siento que se nos quitó la fiebre olímpica, y que ahora padecemos una mala salud deportiva. Ojalá llegue el remedio