¿Pasó rápido la fiebre?
Por
Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 3 de septiembre de 2012
Hace
apenas 3 semanas que terminaron los Juegos Olímpicos. Hace 2, todavía había
carrozas, promesas, discursos, tarimas, abrazos, fotos, grandes titulares y
desfiles en torno al deporte. Hace una, la fiebre empezó a ceder, y hoy lunes
siento como que si país hubiera dejado atrás todos los síntomas provocados por
los deportistas para volver a su normalidad.
No
lo digo por los deportistas Olímpicos, que siguen siendo grandes referentes y
son invitados permanentes a todo tipo de eventos. Con ellos, la fiebre bajó
mucho, pero todavía se siente; particularmente en las calles, en el ciudadano
común. Eso sí, las emocionales promesas políticas de un ministerio, apoyos a
granel, becas, casas, pistas y escenarios se van quedando peligrosamente
calladas con el pasar de los días.
Creí
que esa fiebre nos iba a contagiar por buen rato, que el deporte iba a ser una
epidemia nacional; pero no lo fue. Después de las 8 medallas de Londres, hemos
visto lograr para el país un título mundial de Ultimate, dos oros y una plata
en los mundiales de ciclismo juvenil, la primera medalla de Colombia en un
mundial de Racquetball y el
subtítulo ayer el Tour de L´Avenir, entre otros logros importantes. Todo esto en 3 semanas; sin
mucha prensa, sin grandes transmisiones y sin carrozas, desfiles y tarimas.
Bueno, y también si promesas.
No estoy queriendo decir con esto que cada que se
gane algo en el deporte mundial el país deba paralizarse; pero sí al menos
debería sentirse orgulloso. O dicho de otra forma, el país no debería pasar de
agache ante sus títulos deportivos; como lo ha hecho en algunas de estas
hazañas. Después de los Olímpicos,
siento que particularmente en los medios y en nuestra dirigencia política hemos
vuelto a la cotidianidad de siempre, a ignorar de tajo los deportes como
actividades que generan identidad nacional y que dan representación.
De ese marasmo de siempre solo nos libró Falcao
García; que puso al país en el primer renglón del fútbol mundial gracias a sus tripletas. Al menos el fútbol
sigue siendo enfermedad nacional. Recemos para que con el aporte del Tigre, el
viernes el juego de eliminatoria nos provoque otra fuerte fiebre de alegría,
que no sea pasajera, y que no vayamos a tener otro dolo nacional, como el que
nos ha provocado la selección durante años. Por ahora, siento que se nos quitó
la fiebre olímpica, y que ahora padecemos una mala salud deportiva. Ojalá llegue
el remedio.
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