viernes, 21 de septiembre de 2012

De largo aliento (21 de septiembre de 2012) - Fecha de clásicos: alerta naranja


Fecha de clásicos: alerta naranja
Por Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio

Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo el 21 de septiembre de 2012

Llegó la fecha de clásicos en el torneo profesional del fútbol colombiano. Los enfrentamientos regionales que otrora eran motivo para preparar la fiesta y organizar el grupo de amigos, hoy en día son un gran dolor de cabeza para las administraciones municipales. Es triste, pero cada que llega la fecha nueve, en todo el país toca prender la alerta naranja en las ciudades; porque cualquier cosa grave puede ocurrir.

Cuando los profundos problemas sociales empezaron a ocupar el escenario del fútbol, el pensamiento salomónico de muchos, entre los que me incluyo, era que el empate era el resultado más conveniente para evitar ánimos caldeados  y una que otra riña. Clásico en empate es clásico en paz, pensábamos. Sin embargo, esta teoría sucumbió rápidamente ante el descontrol social que dejó de ser un problema del estadio, en el que se han ido implementando todo tipo de medidas policivas, y se convirtió en un problema de toda la ciudad.

La rivalidad es natural en el deporte. La competencia necesariamente la implica. Pero sobrepasar los límites simbólicos que supone del enfrentamiento deportivo, para asumir la agresividad extrema y llegar a la barbarie son asuntos irracionales, excesos que infortunadamente  son comunes a casi todas las sociedades modernas.

Desde el miércoles comenzó la tensión. Basta revisar un poco las redes sociales como Facebook o Twitter para leer todo tipo de improperios e insultos. También se pueden recorrer los sitios de venta de boletas, o pasar por lugares de encuentro de algunas barras para tener la dimensión de la preparación que hoy se hace para los clásicos. Ya no se preparan fiestas sino guerras. En Medellín, en Bogotá, el eje cafetero, o cualquier rincón del país, los barrios se vuelven trincheras gigantes donde cada bando prepara su emboscada. Suena crudo, pero no es exageración.

No tiene sentido que cada que se acerque un clásico las ciudades tengan que triplicar fuerza policial y la ciudadanía tenga que vivir viva en medio de una fuerte tensión. El control no puede ser asunto solo de la autoridad, porque siempre excederá su capacidad. Debe involucrar a todos los actores, que en este caso son los grupos organizados de hinchas, los clubes, los árbitros, los dirigentes y los medios. Ya que están de moda los diálogos de paz, recordemos que el primer paso llegar a ella es reconocer que estamos en conflicto. En el fútbol, particularmente para los clásicos, lo estamos. Ojalá el domingo no pasemos de la alerta naranja a la roja. 

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