Emoción que obnubila
Por
Jhon Jaime Osorio
@jhonjaimeosorio
Publicado en la columna "De largo aliento" del periódico El Deportivo, el 17 de agosto de 2012
El
recibimiento que Colombia les dio a los deportistas olímpicos solo se compara
con el esfuerzo que cada uno de ellos hizo en Londres para colgarse al cuello
un metal olímpico. Bueno, también se compara con la ligereza de muchas de las
propuestas y promesas de los politiqueros de oficio que aparecieron en
paracaídas para recibir a los campeones.
Un
ministerio del deporte, escuelas de formación por cada disciplina, más apoyo al
deporte de base en la provincia, facultades de deporte en algunas subregiones
del país, pistas y escenarios de toda índole, subsidios de vivienda, becas y
mil cosas más. ¿Necesarias?, por supuesto. ¿Viables?, la mayoría no mucho.
El
momento de alegría no nos puede obnubilar. Lo hecho en Londres supera cualquier
actuación del deporte nacional. Es un punto demasiado alto. Mariana, Carlos
Mario, Caterine, Jackeline, Óscar, los demás medallistas y los 104 deportistas
que fueron a los Juegos merecen todos los reconocimientos; merecen paralizar
ciudades enteras para que les aplaudan a
su paso; pero también garantías reales para su ciclo olímpico.
Una
pista, una beca o un subsidio son cosas que no deberían darse después de la
medalla, sino que tendrían que ser parte del proceso de construcción de la
misma. Un Ministerio debe ser una propuesta después de un estudio serio y no
después de un momento emotivo como el actual; y las propuestas académicas o de
formación para las provincias son tareas necesarias en las subregiones, no para
sacar medallistas olímpicos sino para cumplir con un principio básico de
equidad en el desarrollo.
¿Qué
necesita un deportista olímpico? Cinco cosas fundamentales: un equipo de
trabajo científico dispuesto y que no dependa de la voluntad política del
momento; un fogueo permanente en el exterior, pues compitiendo y entrenando en
casa no se logra ninguna medalla olímpica; garantías alimenticias y
nutricionales, que para un deportista de alta competencia son especiales y muy
diferentes a las de un ciudadano normal; un entrenador permanente, que si depende
de un contrato con una institución del estado no puede tener meses sin vigencia,
porque los tiempos del deporte son inflexibles; y un contrato fijo, porque el
deportista de alta competencia es un profesional, y vive de hacer deporte. Estas
cinco cosas no las puede suplir la familia del deportista; son obligación
del Estado al que el deportista
representa.
Buenos
los reconocimientos y las manifestaciones multitudinarias; pero no olviden que
el pueblo salió a las calles por reconocimiento a sus ídolos y no por
convocatoria de sus mandatarios.
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